“Antes de ejecutar una pintura es preciso estudiar
millares de libros”
TONG K´I - TCH´ANG
![]() |
Tàpies en su estudio |
Antoni Tàpies (1923-2012)
fue un artista profundamente intelectual y de inquietudes filosóficas. Abordó
la pintura, la escultura y la cerámica, el dibujo y el grabado. Escribió también
ensayos sobre estética. En su libro Valor
del Arte comenzó un capítulo con la cita que encabeza este artículo y que
resume a la perfección la actitud del artista frente a sus obras.
Hombre de amplia
formación cultural y valedor de una mística desacralizada, tuvo muchas pasiones
e intereses: El romanticismo alemán, la música de Bach, Brahms, Beethoven,
Mozart, también la de Wagner, Richard Strauss y Stravinsky.
En sus inicios creativos
centró su atención en el surrealismo y, en especial, en la obra de Joan Miró y
la pintura metafísica de Giorgio de Chirico. Admiraba al dadaísta Marcel
Duchamp y la descontextualización de los objetos que planteaba en sus ready mades. También
le influyó hondamente el psicoanálisis de Sigmund Freud, así como la teoría de
los arquetipos y el inconsciente colectivo de Carl Gustav Jung, interesándose
además por la ciencia moderna.
Pero si hay que
destacar un influjo, tanto en su personalidad como en su obra, fue el del mundo
oriental, la filosofía china y conceptos como los de vacío y calma de la
cultura japonesa.
En 1948 fundó el grupo Dau
al Set junto a Joan Ponç, Joan Josep Tharrats, Arnau Puig, Modest
Cuixart y Joan Brossa. Contaron con una revista del mismo nombre con artículos
sobre arte de vanguardia. Más tarde se unió el poeta y crítico de arte Juan
Eduardo Cirlot, quien señaló que las primeras obras destacadas de Tàpies
surgieron hacia 1945 bajo la influencia de los collages que Paul Klee realizaba
con materiales heterogéneos (pigmentos, cuerdas, alquitrán…).
Desde entonces el artista catalán
ha desarrollado su obra experimentando con múltiples soportes (lienzo, papel, madera, cartón), técnicas (grattage, collage, decollage, goteo) y materiales,
tanto pictóricos como extrapictóricos (polvo
de mármol, arcilla, arena, yeso, cemento, tierra, cuerdas, paja). El resultado son obras en las que la
abstracción gestual y la materia son los protagonistas, una versión europea del Expresionismo Abstracto Norteamericano bautizado como Art informel por el crítico de arte
Michel Tapié. Un trabajo de gama cromática reducida y austera a base de blancos
sucios, rojos, ocres, tierras, beiges, grises y negros. El historiador del arte
Valeriano Bozal destacó como característica esencial en la obra tapiana que la
materia adquiere el aspecto de una pared o un muro, distinguiéndose incisiones,
huellas, degradaciones y perforaciones.
![]() |
Materia y bastidor (2009) |
Antoni Tàpies concedió una importancia primordial a
la sensibilidad mística y al estado contemplativo, estableciendo nexos de unión
entre la experiencia estética y el sentimiento religioso. El arte como vivencia
personal, íntima e intransferible, tendría para el artista la capacidad de
acceder a lo más profundo del ser humano. Al respecto dejó escrito: “Hoy se sabe como nunca que la obra de arte
importante tiene unos efectos autónomos de sugestión metafísica y ontológica
que, en algunos casos, pueden llevar a estados contemplativos de identificación
con la realidad profunda, muy parecidos a los de determinadas experiencias
religiosas. Al fin y al cabo, tanto los sentimientos religiosos como los
artísticos provienen de esa facultad común a la naturaleza humana de
enfrentarnos al misterio de la existencia por medio de formas analógicas,
imaginativas, simbólicas, místicas…”.
En Oriente, la pintura del budismo zen de
figuras como Hakuin Ekaku, Sengai y Torei Enji, refleja la conciencia profunda
y puede conducir a estados iluminativos. Influido por esta tendencia asiática
Tàpies afirmó sin dudarlo que “la
materialidad del arte nos traslada a la inmaterialidad del estado
contemplativo”.
![]() |
Puerta metálica y violín (1956) |
En la
iconografía de Tàpies la cruz es símbolo constante y fundamental. Su
significado está vinculado a la dualidad, los opuestos y la lucha de contrarios:
multiplicación-tachado cuando se presenta en aspa, como en Puerta metálica y violín
(1956, pintura sobre objeto-assemblage) en la que recurre a materiales considerados
por la tradición como antiestéticos (una puerta desvencijada y un violín viejo)
con la pretensión de mostrar la espiritualidad existente en los objetos más
pobres. Relacionada también con su interés en la cultura china representa el Yin-Yang,
como en la obra El uno (1997, pintura y collage sobre madera) que muestra una
cruz negra cuyos brazos laterales recogen este concepto (positivo y negativo,
el principio activo o masculino y el principio pasivo o femenino, evolución e
involución).
La cruz tapiana no está exclusivamente asociada a un
contenido devoto, pero sí traduce un sentimiento de espiritualidad al margen de
dogmas religiosos institucionalizados. En el artículo Cruces, equis y otras contradicciones, incluido en el libro El arte y sus lugares (1999) argumentó: “El interés por la cruz es una consecuencia
de la gran variedad de significados, a menudo parciales y aparentemente
diferentes, que se le han dado: cruces (y también equis), como coordenadas del
espacio, como imagen de lo desconocido, como símbolo del misterio, como señal
de un territorio, como marca para sacralizar diferentes lugares, objetos,
personas o fragmentos del cuerpo, como estímulo para inspirar sentimientos
místicos, para recordar la muerte y, concretamente, la muerte de Cristo, como expresión
de un concepto, paradójico, como signo matemático, para borrar otra imagen,
para manifestar un desacuerdo, para negar algo.”
![]() |
El uno (1997) |
Cirlot resume a la perfección la doble tendencia que
muestra el arte de Tàpies “hacia la
extrema valoración de los efectos plásticos y hacia la profundización en los
abismos del espíritu”. Su abstracción gestual combina la espiritualidad de
oriente y occidente, buscando el equilibrio entre espíritu y materia. Al igual
que Kandinsky recogió en su escrito De lo espiritual en el arte, el artista catalán concibió el arte
como una auténtica necesidad interior y la contemplación artística como una terapia
de efectos benéficos para la salud espiritual de artistas y espectadores.
Artículo publicado para Crac! Magazine NOTAS