Charles
Saatchi, adalid de los artistas emergentes, no sigue modas sino que crea
tendencias. Como gran promotor del arte contemporáneo fue impulsor, en la
década de los noventa, del llamado joven arte británico. En 1997 tuvo lugar en
Londres la exposición Sensation. Young British Artists from the Saatchi
Collection. La muestra supuso la consolidación de la colección, la
reafirmación de la imagen corporativa de Saatchi como coleccionista y el éxito nombres
como Damien Hirst, Tracey Emin, Sarah
Lucas, Jake y Dinos Chapman y Richard Billingham.
En
1970, Saatchi fundó con su hermano Maurice la famosa agencia Saatchi&Saatchi. El gurú de la
publicidad afirma que empezó a coleccionar arte antes de entrar en este medio
y, a día de hoy, se ha convertido en uno de los coleccionistas y galeristas más
influyentes del mundo.
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Charles Saatchi |
Su
colección está en continuo movimiento. Algo no muy habitual en un coleccionista
al uso pero sí en Saatchi, cuya forma de coleccionar está estrechamente
vinculada con el marketing y las estrategias publicitarias. En el provocador
libro-entrevista titulado Me llamo
Charles Saatchi y soy un artehólico, el coleccionista se retrata a sí mismo
como un auténtico adicto al arte, rechaza la idea de aglutinar obra hasta
convertirse en una especie de Charles Foster Kane en su Xanadu particular y argumenta:
“Compro lo que me gusta. Luego, si me
apetece, lo vendo y compro más. Como llevo haciendo lo mismo desde hace 30
años, creo que la mayoría de la gente del mundo del arte ya sabe de qué
voy. Que venda no quiere decir que haya
cambiado de idea sobre lo que he comprado, simplemente significa que no quiero
almacenarlo todo para siempre".
Es
habitual que Saatchi saque a subasta obra propiedad de la colección para
recaudar fondos con los que pagar sus actividades educativas y su política de
entrada gratuita a todas las exhibiciones. Otra vía de los beneficios de la
venta en subastas ha ido destinada a la concesión de becas en instituciones
artísticas de Londres. Además, a modo de mecenas renacentista, ha costeado la
producción de diversos artistas como Jenny Saville y Damien Hirst. Así se financió
la creación del tiburón en formol de éste último.
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The physical impossibility of death in the mind of someone living (1991, Damien Hirst) |
La reventa de obra le
ha salido muy rentable. Un buen ejemplo de ello fue el citado tiburón de Hirst,
oficialmente titulado La imposibilidad física de la muerte en la mente
de alguien vivo (1991) y extraoficialmente rebautizado como “el tiburón de doce millones de dólares”,
otorgando título al libro de Don Thompson en el que se analiza la economía del
arte contemporáneo y las casas de subastas. Thompson ha calificado a Saatchi
como “coleccionista de marca”, es
decir que “sus compras obtienen una gran
publicidad y crean una reputación instantánea al artista. Que una obra sea
propiedad de Saatchi eleva su precio, o la cotización del artista en el
mercado.”
Como
estratega del coleccionismo, Saatchi busca un arte que provoque una respuesta
del público, a modo de campaña de publicidad. Aconseja comprar siguiendo los
gustos personales y dedicando a ello todo el tiempo necesario. Admira al
coleccionista Panza di Biumo, pues adquirió grandes instalaciones de Carl
Andre, Donald Judd y Dan Flavin en un momento en el que a nadie le parecían
interesantes. El ejemplo de Giuseppe Panza le sirve para argumentar uno de los
principales consejos que considera fundamentales a la hora de coleccionar: el
coleccionista tiene que tomar sus propias decisiones. A modo de axioma Saatchi
sentencia: “A veces tienes que comprar
arte que sólo tiene valor para ti, porque te gusta y crees en él.”
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My bed (1998, Tracey Emin) |
Artículo publicado para Bcollector