Reversionando
un refrán popular… Cuando la crisis entra por la puerta la cultura salta por la
ventana. Y este acto suicida, este salto al vacío motivado por los recortes y acompañado
de una subida del IVA al 21%, hizo que el sector cultural español se replantease su discurso
viéndose obligado a reformular su modelo de financiación. Hasta hace
unos años la principal vía de ayudas a la cultura había llegado por medio de la
Administración Pública. Ahora, estos estímulos en apoyo de aquellas actividades
consideradas de interés común se han visto reducidos considerablemente o,
directamente, se han volatilizado. Volvamos a jugar con las palabras… Cuando
las subvenciones saltan por la ventana el mecenazgo llama a la puerta. ¿Y qué
ocurre entonces? Que el mecenazgo es instado a pasar como invitado de honor.
¿Qué es un mecenas?,
¿qué características reúne esta figura?, ¿qué implica el mecenazgo?, ¿cómo se
consolida y qué impacto tiene?, ¿cómo se puede fomentar?, ¿es posible una
filantropía pura?, ¿hay interés detrás del mecenazgo?, ¿es inmune el mecenazgo
a la mercantilización del sistema imperante?, ¿es la bonificación fiscal su
aliciente?, ¿tiene el mecenazgo artístico alguna característica intrínseca que
lo diferencie de un mecenazgo vinculado a otro campo?, ¿puede el mecenazgo
implicar la pérdida de libertad artística?
La
Fundación Arte y Mecenazgo, institución
impulsada por “la Caixa”, acaba de publicar su nuevo cuaderno titulado “Los cauces de la generosidad. Ensayos
histórico-críticos sobre los fundamentos del mecenazgo”. En él, los autores
Victoria Camps, José Antonio Marina
y José Luis Pardo, encabezados por Francisco Calvo Serraller como coordinador del volumen, dan
respuesta a las preguntas formuladas en el párrafo precedente.
Cuadernos Fundación Arte y Mecenazgo |
El catedrático de Historia del Arte
Francisco Calvo Serraller aborda, en el primero de los capítulos de este
cuaderno, la historia del mecenazgo artístico. Analiza el origen etimológico de
un término que se remonta al siglo I de nuestra era personificándose en la
figura de Cayo Cilnio Mecenas, un patricio romano que ejerció de ministro para
el emperador Augusto. Mecenas fue protector de poetas como Horacio o Virgilio ofreciendo
el primer perfil de los que entendemos por protector de las artes. Desde el
Renacimiento el artista ha quedado a merced del patrocinio cortesano,
principesco, aristocrático o eclesiástico. Esta condición de siervo tutelado
cambió a partir del siglo XVIII con la llegada de las exposiciones de las
Academias de Arte y el desarrollo de los Salones. A partir de ese momento y
libre de su comitente, el artista se convierte en un empresario sometido al juicio
del público y a la ley de la oferta y la demanda del mercado puro. Serraller
reflexiona sobre la dificultad de esa nueva situación de desprotección puesto
que “el cuello de la botella del mercado,
regido por la actualidad, era agobiadamente estrecho para el cada vez más
amplio número de aspirantes a artista”. Un aspecto aplicable al sector
artístico en nuestros días.
Mecenas presentando las Artes Liberales al emperador Augusto (Óleo sobre lienzo, 69,5 x 89 cm, 1745, Giovanni Battista Tiepolo) |
José
Antonio Marina, escritor, filósofo y pedagogo, reflexiona en su artículo sobre
la necesaria vinculación entre arte, mecenazgo y educación. Analizando textos
como la Ética a Nicómaco de
Aristóteles, el Tratado de las Pasiones
de Descartes, Cartas sobre la educación
estética de Schiller o el Discurso
sobre la dignidad del hombre de Pico della Mirandolla, Marina va formulando
una disertación a través de la cual trata de dilucidar qué implica el mecenazgo
artístico y cuáles son las motivaciones que llevan al mecenas a realizar ese
tipo de actos. En este sentido, el catedrático habla de una “multimotivación”
de variada naturaleza: poder, vanidad, responsabilidad social, imagen pública
y, especialmente, generosidad entendida en un doble sentido que remite a la
colaboración en la actividad creadora (aunque no como autor al menos sí como
posibilitador de la misma) y a la generosidad como virtud cívica.
La filósofa Victoria Camps, realiza en
su capítulo una minuciosa reflexión sobre la ética y el mecenazgo deteniéndose
en una cuestión clave: ¿Puede el mecenazgo moverse por estímulos propios o por
un placer auténtico, de tal forma que se mantenga inmune al utilitarismo y a la
mercantilización de un mundo dominado por una economía que prioriza el interés
particular sobre el interés común?
Añadir leyenda |
El mecenazgo como
patrocinador de las artes o las letras emana un aura que se asocia a la
filantropía. Pero no siempre en una actividad altruista. El problema surge
cuando sus motivaciones puedan ser contrarias a la ética. Interés propio versus
filantropía ¿cuál termina imponiéndose? Entre las causas de la donación se
pueden señalar el individualismo, el prestigio social y la contribución a la
causa en la que se cree. Camps apunta que esta última está desapareciendo. Ahora
los mecenas no sólo son figuras de renombre o grandes familias, sino grandes
corporaciones puesto que “acercarse al mundo
del arte ennoblece, por lo que el mecenazgo se convierte en una excelente
estrategia de propaganda y de marketing para las grandes empresas”, de tal
forma que, siguiendo a Pierre Bourdieu, al invertir en arte el capital
económico se transforma en capital cultural. Bien es cierto que el desinterés
puro no existe y que “es lógico que el
patrocinador exija un retorno por lo que invierte en cultura”. Pero no se
puede limitar a la mera propaganda o al puro negocio, “cierto beneficio no es lo mismo que convertir un museo en un espacio
de publicidad de una corporación”.
Por
último, el catedrático de filosofía José
Luis Pardo aborda en su capítulo el sentido antropológico original del “don” y la “donación” tomando
como punto de partida la obra de Marcel Mauss “Ensayo sobre el don” (The gift),
publicada en Francia en 1925. El don como fundamento de las sociedades y bajo
el nombre de potlach, es descrito
como una donación gratuita y desinteresada, pero que lleva vinculado un
componente de obligatoriedad. No implicaría una mera transacción económica sino
que entrarían en juego valores intangibles como el prestigio o el respeto. Por
lo tanto, no es una acción exenta de egoísmo puesto que pretende ser una
manifestación de superioridad. Para Mauss en ese desequilibrio residiría el
bienestar colectivo ya que aquellos que tienen en exceso dan y otros no tienen
tanto reciben. El don reduce la desigualdad y refuerza en vínculo social entre
donantes y receptores y, siguiendo el pensamiento de Lévi-Strauss, el don como
institución social estructural gestionaría el exceso y el defecto de toda
institución social, del aparato simbólico de toda civilización.
The gift, Marcel Mauss |
Artículo publicado para Bcollector
No hay comentarios:
Publicar un comentario