Las galerías constituyen piezas fundamentales dentro del puzzle
del sistema del arte. Enriquecen la oferta cultural de un sector en el que, hoy
en día y debido a las circunstancias económicas, el ámbito privado va ganando peso
frente a las cada vez más escasas iniciativas provenientes del medio público. Esta
presencia in crescendo tiene lugar a
pesar de que las galerías de arte viven un momento difícil y, en muchos casos,
de transición a nuevos modelos de gestión. La permanentemente citada crisis
económica ha provocado un descenso del consumo, al que ha de sumarse el
incomprensible IVA cultural del 21 % y la ausencia en nuestro país de un
coleccionismo privado consolidado debido en parte a la falta de apoyo político
y a la inexistencia de un marco fiscal estimulador.
Las galerías de arte se caracterizan por su ambivalencia funcional: cultural
pero también económica. Como negocio privado exhiben, promocionan y venden
obras de arte. Pero, además de ello, juegan el papel esencial de poner en
conexión las últimas tendencias artísticas con el público.
La
figura del galerista, compleja y polivalente, es clave en el desarrollo de este
tipo de negocio cultural. Pearl Lam, directora de la Pearl Lam Galllery, define de forma muy clara esta profesión a la
par que establece una auténtica declaración de intenciones:
“Ser galerista
es un medio de crear una plataforma que permita a los visitantes interactuar
con las obras de arte en las que nosotros, los galeristas, creemos (…). Exponer la obra
de creadores famosos y reconocidos en contextos diferentes, y también dar una
oportunidad a artistas emergentes con los que tenemos un compromiso.
Me gusta conocer
a artistas y conservadores. Son una fuente permanente de inspiración y de
aprendizaje, que me ayuda a forjar mis propias ideas y opiniones. El proceso de
construir la reputación de un artista y de presentarlo en el mercado es otro
aspecto de la labor de galerista que aprecio particularmente.”
La galerista Pearl Lam |
El eje central de la gestión de una galería consiste en tejer una red para sus artistas con el objetivo de dar a conocer al creador en el sector y fomentar la movilidad de su obra. Para ello, organizan exposiciones y otras actividades como conferencias y visitas guiadas, acuden a ferias de arte y bienales, venden obra a coleccionistas e instituciones destacadas e intercambian artistas con otras galerías.
El
galerista actúa como representante participando en la construcción de la trayectoria
profesional de los artistas, siendo también imagen de marca, de tal modo que, su
profesionalidad y experiencia en el sector funcionan como una garantía que incrementa
el valor de la obra que vende y ofrece seguridad y confianza a sus
coleccionistas.
En el siglo XX encontramos destacados
galeristas que aúnan las características esenciales de lo que supone esta
profesión. Como muestra están los carismáticos Paul Guillaume y Peggy
Guggenheim.
Paul
Guillaume fue coleccionista y también un galerista que brindó apoyo moral y
económico a artistas tan importantes como Derain, Modigliani, Van Dongen, De
Chirico, Delaunay o Soutine. Se convirtió en figura esencial dentro del mercado
del arte en el primer tercio del siglo XX y en 1914, en vísperas de la primera
guerra mundial, abrió una pequeña galería que inauguró con una exposición de
los artistas rusos Mijail Larionov y Natalia Gontcharova.
Pionero
en el sector junto con otros nombres como Durand-Ruel o Ambroise Vollard,
Guillaume encarnó la imagen del galerista polifacético pues, además de
marchante que vende obra a sus clientes, desarrolló otros cometidos asumiendo
un activo papel en el ambiente cultura de su época. Actuó como fiel amigo de
muchos artistas, descubrió nuevos talentos,
medió entre el arte de vanguardia y el público y defendió la obra de sus
creadores no sólo por medio de exposiciones sino también de publicaciones,
muchas de las cuales con textos firmados por nombres tan destacados como Apollinaire
y André Salmon.
Guillaume,
además de comercial y mecenas, fue consejero de la colección del adinerado
médico norteamericano doctor Barnes. Paul gozaba de estatus y de autoridad de
opinión dentro del sector. De hecho, Modigliani lo retrató en 1915 bajo el lema
novo pilota aludiendo a su reputación
de adalid del arte moderno.
Retrato de Paul Guillaume como Novo Pilota (1915, Modigliani) |
El segundo ejemplo seleccionado es Peggy Guggenheim, galerista, coleccionista y gran mecenas. Abrió las puertas de su galería Art of this Century el 20 de octubre de 1942 con el doble objetivo de exhibir su colección y de organizar exposiciones comerciales. Para tal día Peggy lució un pendiente hecho por Calder y otro por Tanguy. Este gesto no tuvo nada de banal, pues su fin fue expresar un auténtico compromiso con el arte y los artistas a los que apoyaba, así como su imparcialidad entre los surrealistas y los abstractos. Incluso, impulsada por el deseo de motivar a los artistas de su galería, terminó comprando muchos de los cuadros que exponían.
Peggy
no fue una galerista dedicada al simple comercio del arte. Peggy adoraba el
arte, era fundamental en su vida. No era una mera mercancía ni una simple
inversión, era su pasión, de tal modo que formó una colección que contó con
obra de los principales exponentes de las vanguardias: Braque, Picasso, Ernst,
Dalí, Magritte, Brancusi, Kandinsky o Giacometti.
Calificada
como la Medicis del siglo XX se
convirtió en la auténtica impulsora del arte moderno y, desde su galería, fomentó
el desarrollo del arte americano contemporáneo, especialmente del expresionismo
abstracto siendo, además, la principal promotora de la carrera de Pollock.
Peggy Guggenheim |
La mayor parte de los galeristas destacan que una de las motivaciones principales de su trabajo es el contacto directo con los artistas. Paul Guillaume y Peggy Guggenheim fueron ejemplos de ello. Pero, además de esta labor de relaciones públicas, el galerista abarca un amplio campo de gestión que precisa de una gran polivalencia funcional. Romain Degoul, director de la Galería París-Beijing afirma que “este oficio es una pasión, son cien profesiones en una sola.”
La
galería es un agente del mercado del arte cuya gestión comprende la promoción
artística, el dominio de los medios de comunicación y la publicidad, las estrategias de venta y la definición de
los programas expositivos de cada temporada. También se precisa del control de
otros ámbitos como es el de la gestión documental que implica la catalogación y
registro de obras, así como la conservación de las mismas en depósito y los trámites
de los seguros destinados a cubrir daños o pérdidas tanto por su almacenamiento
como por su transporte o exhibición.
El galerista Romain Degoul |
El galerista
debe llevar una organizada gestión informática de inventarios, artistas y
clientes. Dicho campo de la gestión cultural se convierte en la columna vertebral
que rige la organización óptima de este tipo de empresa. En relación a los
clientes es clave hacer hincapié en el marketing directo, el mailing dirigido a
los potenciales compradores. Además de ello, un factor fundamental en la
actualidad es la optimización de los recursos que ofrece la Web 2.0, centrados
en la página web y las redes sociales.
Internet ha revolucionado el medio redefiniendo la forma de exhibir y
vender arte por parte de los creadores, de comprarlo por parte de los
coleccionistas y de experimentarlo por parte del público. Un conocido ejemplo
de ello es la galería online de Charles Saatchi, la Saatchi Art. Se
trata de una plataforma para los artistas que no poseen marchante,
permitiéndoles presentar su obra, comunicarse con otros artistas y vender a
coleccionistas. El galerista ha declarado que se siente especialmente orgulloso
de este proyecto: “Personalmente, me
siento muy feliz al ver que más de 120.000 utilizan hoy la página como
escaparate. Antes me deprimía cada vez que visitaba a un artista en uno de esos
edificios que albergan unos 50 estudios porque sabía que 49 de ellos rara vez
recibirían la visita de alguien que tuviera un impacto significativo en sus
carreras. La página está sirviendo para
sacar a la luz la obra de montones de artistas y colgarla en las paredes de los
coleccionistas. Es emocionante. Ojalá hubiera sucedido antes.”
Charles Saatchi |
La Web 2.0 permite interactuar de forma directa con
el público y posibilita unas estrategias de comunicación altamente efectivas
para dar a conocer a los artistas y su trabajo, crear eventos y publicitar
actividades y exposiciones. Del conocido como marketing “boca a oreja” o “boca a boca” se ha evolucionado al
marketing del “me gusta” y del “tweet a tweet”.
Un reciente estudio que analiza la visibilidad de las galerías en la red
social Facebook, afirma que “la mayoría
de los responsables de las galerías de arte no ha incorporado aún estas
herramientas de comunicación online en sus planes y actividades de promoción
cultural.”. Su presencia es escasa, con pocas publicaciones o contenidos
carentes de interés, lo que conlleva una participación limitada del público e
impide que la interacción sea fluida. Este medio de comunicación no debe
infravalorarse ya que, como sentencia el estudio, “cada día hay más periodistas culturales y coleccionistas de arte que
consultan las redes sociales para informarse de tendencias y para estar al día
sobre novedades y noticias relacionadas con el sector.”
Analizadas las principales líneas de la
gestión de una galería y las novedades que presenta el sector tras su
incorporación a la Web 2.0 queda matizar que, en la actualidad, la clave de la
subsistencia se basa en una renovación
constante. Somos espectadores de un momento de inflexión en este ámbito. Artistas
y comisarios persiguen regenerar y dinamizar el panorama artístico buscando e
ideando espacios diferentes a los tradicionales para desarrollar nuevos modelos
de gestión cultural. Espacios alternativos e independientes al margen de
las instituciones públicas, los museos y las galerías. Éstas últimas son
rechazadas con frecuencia por la presión que supone la necesidad de ventas, también
porque se busca la movilidad e itinerancia, se pretende salir del cubo blanco ganando
en libertad, flexibilidad y experimentación. Los lugares escogidos son viviendas
particulares, estudios y talleres de artistas, espacios industriales en desuso,
garajes, escaparates de comercios… Esta nueva realidad, en mutación constante,
convierte al futuro de la gestión de las tradicionales galerías en un tour
de force de reinvención continua.
Bibliografía:
CELAYA, Javier;
IRIARTE, Jorge y SALDAÑA, Iñaki: Visibilidad
de las Galerías de Arte Contemporáneo en Facebook. www.dosdoce.com, año
2014.
ESPEL ALDÁMIZ
ECHEVARRÍA, Miguel: El mercado del arte.
Reflexiones y experiencias de un marchante. Ediciones Trea, Gijón, 2013.
GILL, Anton: Peggy Guggenheim. Confesiones de una adicta
al arte. Plaza y Janés, Barcelona, 2002.
JIMÉNEZ BLANCO,
María Dolores y MACK, Cindy: Buscadores
de belleza. Historias de los grandes coleccionistas de arte. Ariel,
Barcelona, 2007.
El Mercado de
Arte Contemporáneo. El informe anual Artprice 2013.
Me llamo Charles
Saatchi y soy un artehólico. Phaidon, Nueva York, Londres, 2010
Artículo publicado en la revista Doblespacio Magazine nº2: Gestión de los espacios culturales
Una nota muy interesante y que pone de manifiesto la realidad de las galerías en lo fisico y en lo virtual. Muy buena, para quedarse pensando...
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