Bcollector entrevista a Antonio
Blanco Prieto, Doctor en Psicología, Licenciado en Ciencias Políticas y
Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y Posgraduado en
Marketing por ESADE. En el ámbito profesional, ejerce la dirección de la
Fundación Alimerka desde 2004 y es profesor asociado en la Universidad de
Oviedo. Está especializado en la gestión de organizaciones con fines sociales,
interesándose por los ámbitos del mecenazgo y la responsabilidad social
corporativa.
En la faceta divulgativa, es ponente y
autor de textos sobre Psicología, sociedad y estilos de vida contemporáneos en
los que utiliza la cultura, y especialmente el Arte, como herramienta
didáctica. A través de estos libros y conferencias difunde algunas obras
propias lo cual le permite compartir parte de su colección. Una colección
construida a paso lento junto a su mujer Carolina Viciana y cuya configuración
se caracteriza por articularse a partir de dos líneas estéticas opuestas pero
complementarias: la abstracción geométrica y la nueva figuración, en especial
aquella que refleja la vida social contemporánea.
Antonio Blanco Prieto |
Antonio ¿cómo entraste en contacto con el arte
y el coleccionismo?
Bueno, en
realidad nunca he estado lejos del arte. De hecho algunas personas de mi
círculo más próximo recordarán dos exposiciones de pintura que realicé a los
dieciocho años. Estaba influido por el expresionismo y me lancé a crear,
precozmente, con la convicción de estudiar Bellas Artes. Pero una madre a la
que me gusta describir como fusión de mamma
al estilo Napolitano y lectora de Jovellanos, me hizo una prohibición en
firme: cualquier carrera menos las bohemias. Y durante mucho tiempo valoraba
cómo dedicar la vida al ámbito cultural, hasta comprender que un proyecto de
colección, real o imaginario, también es un proyecto creativo y artístico.
Por ello más
que coleccionar, en mi caso se trata de un proyecto de reducido presupuesto con
obras adquiridas y otras trocadas por trabajo, objetos... ¡Incluso recuerdo con
cariño haber intercambiado horas de trabajo por un pequeño cuadro! La artista
Maite Centol necesitaba ordenar un archivo inmenso de documentos para elaborar
un proyecto de intervención social y cultural, y yo deseaba alguna obra suya de
pequeño formato, así que se unieron la necesidad y el deseo y ella tiene un
trabajo documental y yo dos lienzos estupendos, uno de ellos de apenas 12x18
cm, que valoro especialmente.
Pero en
esta pequeña locura también está implicada mi mujer, en realidad es un proyecto
de pareja, y ya la primera compra la hicimos juntos. Teníamos unos pequeños
ahorros y, ante un depósito en el banco o un cuadro para nuestra vivienda,
optamos por lo segundo.
¿Cuándo y cómo comenzasteis a coleccionar?
¿Preveíais cuando adquiristeis la primera obra que sería el inicio de una
colección?
La idea de
coleccionar arte tiene una connotación solemne a la cual, por diferentes
motivos, resulta difícil asociarse. Por ello debo indicar que no somos
coleccionistas sino aficionados que disfrutan de un grupo de obras. Y recuerdo
perfectamente cómo y dónde tomamos la decisión de adquirir la primera.
Llevábamos
tiempo visitando galerías y pensando en la posibilidad de comprar algún cuadro,
y en una escapada de fin de semana íbamos hablando todo el tiempo del tema. Solo
nos faltaba impulso para romper con los convencionalismos y, en vez de ser
pequeños ahorradores, disfrutar de un cuadro en un apartamento de 50 metros
cuadrados. Y entonces, alguna curiosa motivación se activó en aquel momento, pues
paramos a descansar en Castro Urdiales y llamamos a una Galería para reservar
una obra que habíamos visto semanas atrás. “Póngale el punto rojo, por favor,
que la próxima semana intentaremos pasar a por ella”, dije por teléfono con mezcla
de inocencia y satisfacción. Como dice el libro de Patti Smith, “Éramos unos
niños”.
Y se abrió
el melón, y ahora no sabes muy bien cómo dirigir esta dinámica…bueno, en
nuestro caso los espacios nos salvan de la adicción, pues no deseamos acumular
obras como si fuesen trofeos u objetos en un depósito, sino elementos de
nuestra vida cotidiana.
¿Cómo definirías la figura del coleccionista?
No es
sencillo perfilar un tipo ideal de coleccionista, pues
al menos pienso en tres estilos: los materialistas, los filántropos y los
aficionados o pequeños coleccionistas. Los primeros quedan bien reflejados en
el artículo “El coleccionista. Criatura voraz” publicado en el blog Los
placeres y los días, del genial y elegante Cósimo de Monroy, alter ego de
Bruno Ruíz-Nicoli. En esta entrada, Cósimo dibuja un perfil de personas en un
mundo ajeno, saltando de feria en feria y gastando cantidades ingentes en
artistas desconocidos para el común de los mortales. Se trata de un perfil
bañado en cierto halo de fascinación elitista, especialmente cuando los
encuentras en ferias de arte, pero sin duda en un mundo ajeno a la realidad de
la calle.
En segundo
lugar identificaría a los auténticos mecenas culturales, motivados por el amor
al arte pero también por la filantropía, por el deseo de construir una
colección singular con ánimo de ser expuesta y compartida en algún momento con
la sociedad, como observamos ahora en el ejemplo de Helga de Alvear. Quizás
ésta se la imagen más apreciada por los medios de comunicación y por muchos
profesionales del sector, pero también contrasta con la realidad de numerosos
pequeños coleccionistas, de posibilidades más modestas.
Por último
señalaría a éstos, los amateurs o compradores esporádicos, cuya motivación
básica es sentirse próximos al mundo del arte, y su meta sería disfrutar de un
grupo reducido de obras. Estos compradores ocasionales de obras de arte, entre
los que podría incluirme, ¿podrían etiquetarse como coleccionistas? Me surgen
dudas… Lo que sí tengo claro es que es un perfil necesario, apoyando a las
galerías y la creación de los artistas de su entorno. Si bien el primer tipo de
coleccionista descrito, y en menor lugar el segundo, logran mantener un sistema
de ferias, galerías y artistas estrella, los pequeños coleccionistas y
aficionados apoyamos otro sistema artístico que se encuentra fuera de la primera
línea global pero que juega en la primera línea de nuestro mundo y realidad
próxima. Por ello creo que todos, sin excepción, son mecenas necesarios para
mantener el latido del mercado del arte.
¿Qué artistas podemos ver en vuestra
colección? ¿Y qué disciplinas prioritariamente?
Pintura,
prioritariamente dibujo y pintura, y alguna obra de fotografía. Desde trabajos
figurativos de Chechu Álava o su hermano Juan Fernández hasta
fotografía arquitectónica de Juan Baraja pasando por la obra de
Irma Álvarez-Laviada y su reflexión sobre el vacío.
Sobre el
contenido, mostramos una marcada preferencia por dos estilos en apariencia
opuestos: la nueva pintura figurativa y la abstracción geométrica. La primera,
con referencias culturales y estéticas contemporáneas, sin importar demasiado
la presencia de personas, objetos o edificios en la composición, y la segunda,
libre de elementos, absolutamente limpia. Esta dualidad podría considerarse
complementaria porque permite sentir el contenido y la forma. Y también
complementaria porque obedece a los gustos más personales de la pareja: mi
mujer apuesta por la nueva figuración y yo por la abstracción geométrica.
En todo
caso, apreciamos especialmente el trabajo de creadores nacidos en la década de
los sesenta y los setenta del siglo pasado, por ser coetáneos y compartir una
visión común de la realidad.
Au revoir Mr. Freud, de Chechu Álava |
¿Por qué coleccionar arte contemporáneo y no
de otro periodo? ¿Qué te aportan las manifestaciones artísticas coetáneas para
que te decantes por ellas?
Para
ampliar la mirada a la época en la que estamos inmersos. A través de sus
creaciones, los artistas nos aportan otras miradas que podemos incorporar a
nuestra forma de interpretar la realidad. Por esto valoramos especialmente la
nueva figuración, en especial la que incluye referencias de los medios de
comunicación, el cine, la música o la literatura contemporánea, pues ofrece
imágenes próximas pero percibidas desde un enfoque diferente.
Reconozco
que en algunas ocasiones no logro ver un lugar sin asociarlo a la imagen
plasmada por algunos creadores del mismo. Me ocurre especialmente con las salas
de espera en los aeropuertos, que tiendo a verlas bajo el prisma de los cuadros
de Gonzalo Sicre o de Federico Granell, o cada vez que conduzco por la
Autopista del Huerna, que une Asturias y León, por la zona de los pinares, me
siento frente a un cuadro de Juan Fernández. En especial los días nublados.
¿Sueles pedir asesoramiento artístico o te
guías por varemos totalmente personales y subjetivos? Y tus elecciones ¿qué
porcentaje tienen de reflexión y qué porcentaje de impulso?
El momento de la atracción por la
obra es absolutamente emocional, y la razón se presenta en un segundo momento
para valorar la necesidad o la posibilidad de acceder a la ella. Pero el primer
momento, para nosotros, sin duda es emocional, pues como recuerda el neurólogo
Francisco Mora existe un fundamento neurobiológico del arte y la belleza. Cuando
alguien percibe un cuadro como bello, en su cerebro se activan áreas cuya
actividad se relaciona con estados como el amor, la escucha de música o la
visión de fotografías placenteras.
Sobre el
asesoramiento, más que información técnica valoramos especialmente la amistad
de los galeristas, su opinión sobre un artista, obra o estilo. De hecho, en
nuestra introducción en el mundo del arte resultaron imprescindibles galeristas
con quienes compartimos generación e inquietudes. Recuerdo con especial cariño
a Adriana y Diego Suárez, y por supuesto a Nuria Fernández y Natalia García,
organizadoras del foro sobre coleccionismo BCollector.
¿Has observado alguna evolución en tu gusto
estético desde que comenzaste tu colección? ¿Crees que el desarrollo de una
colección va de la mano con el proceso de maduración del coleccionista?
Esta
cuestión la he pensado en diferentes ocasiones pues recuerdo perfectamente mi
atracción por el expresionismo en la adolescencia y, posteriormente, desperté
un interés tan marcado por el surrealismo que incluso inicié un proyecto fin de
licenciatura sobre el método paranoico-crítico de Dalí, y me planté seriamente
realizar la tesis doctoral sobre Surrealismo y Psicoanálisis, aunque no resultó
posible encontrar un tutor especializado en este área de conocimiento.
Imagínate si en este sentido la maduración influye que hoy, si tuviese que
vérmelas en la misma situación, investigaría sobre el campo de la nueva
figuración y su relación con la sociedad y los estilos de vida actuales.
¿Alguien
podría decir que no evolucionamos? Me encantaría mantener una coherencia
estética y lograr un mayor dominio y especialización en un campo, pero es algo
imposible, pues los gustos empujan nuestro comportamiento…y al menos en mi caso
estos gustos me están llevando, de forma no consciente, desde un barroquismo
hasta una depuración progresiva de elementos, desde los escenarios surrealistas
hasta la máxima limpieza. Aunque temo que, si sigo esta tendencia….¡acabaré
entregado exclusivamente a las composiciones de blanco sobre blanco! De hecho,
soy un gran admirador de la joven promesa Jezabel Rodríguez y sus delicadas
pinturas y fotografías en la que se aprecian objetos blancos ante fondos
blancos.
ST, Aguas Livres, de Juan Baraja |
Eres autor de varios textos sobre Psicología,
sociedad y estilos de vida contemporáneos. Tu última publicación lleva por
título “Las claves de la motivación” (Ediciones B, 2014) y en ella insertas
obras de tu colección particular para reforzar el contenido de diferentes
capítulos. ¿Cuáles son las claves de la
motivación de un coleccionista?
En este libro dedico un capítulo
a la Motivación por la belleza, concretamente a la búsqueda de la belleza como fuerza
capaz de activar nuestra motivación, y en él cuento cómo el médico
estadounidense Albert C. Barnes, que alcanzó una importante fortuna a comienzos
del siglo XX con la comercialización de un antiséptico llamado Argyrol,
manifestó que sus inquietudes reales se encontraban en el arte, pues éste activaba
una motivación profunda de carácter estético, motivación que parece surgir de
diferentes tipos de necesidades. Necesidad de poseer, de expresarse libremente
a través de la creatividad, de ponerse a prueba o, quizás, de ordenar y
clasificar objetos valiosos para sentir dominio sobre las cosas. Pero también
necesidades vinculadas a sentimientos de inseguridad o deseos de superación.
Muchas pueden ser las necesidades que llevan a una persona a rodearse de objetos
de arte, comenzando tímidamente con la adquisición de una obra y dejándose
arrastrar por una conducta que en ocasiones puede llegar a ser obsesiva, que
nunca parece saciarse.
Este planteamiento encuentra numerosos
ejemplos en los grandes coleccionistas, pues no pocas personas que han logrado
un sólido patrimonio emplean el dinero como medio para vivir entre objetos que
consideran hermosos, poseerlos y ofrecerlos posteriormente a la sociedad de la
que forman parte. En la actualidad, Patricia Phelps de Cisneros, o los
empresarios Pérez Simón y Juan Abelló son sólo algunos de los ejemplos de
filántropos que han transformado la motivación por el arte y la posesión de la
belleza en una necesidad vital. Para muchos, esta necesidad no ha de ser
individual sino desembocar en una motivación de carácter social, facilitando a
otras personas el acceso a las colecciones y, como deseaba Barnes, ayudando a
desarrollar la sensibilidad estética de los ciudadanos.
Rebeca Menéndez en el libro "Las claves de la motiación" |
Y tú, personalmente, ¿qué buscas satisfacer
cuando adquieres una obra de arte?
Al margen
de aquellos motivos no conscientes, que se me escapan totalmente y no espero
descubrir, reconozco tres necesidades de las que sí soy plenamente consciente:
en primer lugar la necesidad de romper la rutina y crear espacios personales,
en los que disfrutar una vida como arte o, al menos, una vida entre arte.
En un segundo plano estaría la necesidad de
colaborar con la creación, de adquirir obra de personas que necesitan un apoyo
para continuar creando y ofreciéndonos una vida cultural dinámica y creativa.
Si mostramos compromiso con este sector, al igual que ocurre con otros sectores
culturales, a través de la compra de artículos por sencillos y económicos que
puedan ser, estaremos colaborando con la conservación de la cultura y la
creatividad en la sociedad de la que formamos parte.
Y por último, no puedo negar la necesidad de
organizar el exceso de estímulos e información que nos rodea, por eso me gusta
cubrir cuadernos donde anoto ideas para organizar una pequeña colección, con
obras propias y con otras que no me importaría nada disfrutar. Por
eso podría hablar de una colección real y de una colección imaginaria, que
plasmo en cuadernos y cuyas imágenes suelo utilizar en todas las presentaciones
y charlas, con independencia del tema que trate, pues siempre es más ameno
hablar con una fotografía o reproducción de un cuadro tras la espalda, que con
un listado de frases.
Cuaderno de coleccionista, por Antonio Blanco |
Como director de la Fundación Alimerka desde
2004, tu labor profesional está estrechamente vinculada a los ámbitos del
mecenazgo y de la responsabilidad social corporativa. ¿Cuál es tu opinión sobre
la actual Ley de Mecenazgo?
Hablar de
Ley de Mecenazgo implica hablar de fiscalidad, de incentivos fiscales a la
colaboración con fines de interés general. Y en este sentido tenemos ejemplos
en la económica de nuestro país que manifiestan una relación directa entre
incentivos fiscales e incremento de un sector concreto. Como en su momento la
deducción por compra de primera vivienda. Por ello si se bonificase fiscalmente
la compra de arte, podríamos intuir un incremento importante de este mercado,
pero no tengo claro que esta solución despierte un interés sostenible por el
arte. Quizás para asegurar un mercado estable y una sociedad más sensibilizada
con el valor de la cultura, además de la fiscalidad deberá implantarse la
educación para la cultura y el arte…y eso, me temo, está muy lejos de los
intereses pedagógicos actuales.
Y, por otro lado, ¿qué beneficios aporta el
arte a una empresa como Alimerka que, en principio, nada tiene que ver con el
sector cultural? ¿Qué iniciativas tomáis desde su Fundación para apoyar el arte
y la acción cultural?
Comenzaré
por la última cuestión. Actualmente, en la Fundación Alimerka no tenemos
ninguna línea de trabajo en el ámbito del arte, al centrar la actividad en el
campo de la alimentación, la salud y la mejora de calidad de vida de colectivos
especialmente vulnerables. No obstante, aunque desde 2010 la Fundación ha ido
especializándose progresivamente en estos ámbitos, con anterioridad sí se
trabajaba con una misión generalista y por tanto tenían cabida proyectos
diversos, entre ellos los artísticos. De hecho algunas colaboraciones, como la
presentación en Bruselas de jóvenes creadores asturianos, guardan un recuerdo
especial en nuestra entidad.
Desde la
perspectiva de la empresa, se ha impulsado en su momento la adquisición de
obras de arte para las instalaciones del Centro Logístico, con presencia de
obras de artistas asturianos como Juan Fernández, Rebeca Menéndez o Helena
Rato, esta última con intervenciones site-specific
de gran formato en las salas de reuniones, de alto impacto visual y
sensorial tanto para trabajadores como para visitantes. Y esto ya supone un valor
intangible.
Y para finalizar, ¿te aventuras a dar algún
consejo para los nuevos coleccionistas?
Entrar en
las galerías, sin miedo, disfrutar de las inauguraciones y hablar con los
protagonistas, con los galeristas y artistas. Decir sin complejos nuestro nivel
de conocimientos y presupuesto y buscar una primera obra que sea absolutamente
coherente con las inquietudes y gustos, sin dejarse llevar por las tendencias
ni mucho menos por la inversión. El arte puede ser una inversión, no lo dudo,
pero quizás no rentable en términos monetarios, pues la rentabilidad será ante
todo en valor estético.
Y para dar
el primer paso solo hay que pensar que, ante la disyuntiva de una lámina
reproducida hasta la saciedad y una obra de un joven creador, siempre será más
gratificante la segunda opción. ¡Sin duda!
Cuaderno de coleccionista, por Antonio Blanco |
Entrevista realizada por Natalia Alonso Arduengo para Bcollector
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