“El hombre que se enfrenta a la naturaleza en forma
de paisaje ya no vive en la naturaleza sin reflexión. Se ha alienado de ella y
ya solo puede formar una unidad con ella en la mediación estética”
NORBERT WOLF
Lo
pintoresco agrada y la variedad es una de sus características fundamentales. ¿A
qué nos referimos exactamente cuando empleamos este término para designar algo?
Pintoresco puede tener dos acepciones. Por un lado, remite a una cualidad
formal de lo pictórico, aludiendo al color, la luz o la sombra. Por otro, se
asocia a aquello (sea un objeto o un paisaje) que presenta una determinada
cualidad que atrae y seduce a los sentidos y que por ello merece ser pintado.
El concepto de
lo pintoresco como categoría de la experiencia estética se desarrolló a comienzos
del siglo XVIII, empleándose para designar especialmente a la pintura de
paisaje. Su origen remoto se sitúa en el Manierismo, en la figura de Jerónimo
Cardano (1501 – 1576) quien teorizó sobre el arte a partir de la subtilitas, una noción que haría
referencia a todo aquello complejo e intrincado, difícil de percibir por los
sentidos o por la razón. Dicha dificultad de conocimiento no constituye un
obstáculo para experimentar placer sino que el hombre alcanza una mayor satisfacción
estética cuando logra captar algo que es difícil de percibir, derivando el
placer del reto que supone superar la adversidad. Además de la sutilidad o subtilitas, como anticipo de la estética
prerromantiscista que vira hacia el subjetivismo, en el Alto Renacimiento
aparece también el concepto de lo grotesco,
que alude a lo extraño, lo extravagante, lo novedoso y lo original, aquello que
se aparta de la norma estética convencional.
Los cimientos de la estética
contemporánea descansan en la Gran Bretaña del siglo XVIII al amparo del
Empirismo, una corriente filosófica surgida en el siglo anterior que aunó a
pensadores de distintas orientaciones cuyo nexo común fue la importancia que
otorgaron al conocimiento y a la experiencia sensible frente a lo racional. El
gusto como facultad estética y el análisis de la belleza, lo sublime y lo
pintoresco como fuentes del placer sensitivo, se convirtieron en materia clave
de reflexión. A partir de ese momento, el centro de interés de los temas
estéticos se desplazó del objeto al sujeto y a los sentimientos que en él se
despiertan tras la contemplación del objeto en cuestión. Este aspecto es fundamental
en el arte actual y su interacción con el público contemporáneo, del que cada
vez se requiere una mayor participación tanto física como intelectual para
aproximarse a las obras de arte.
Joseph Addison (1672-1719) fundó la estética
prerromántica a través de ensayos para el periódico The Spectator (1711-1712). En su obra The Pleasures of the
Imagination reflexionó sobre la imaginación entendida como
facultad estética y sobre las fuentes del placer estético: la belleza, la
grandeza y la singularidad. Con ello sentó las bases de las tres poéticas que
el Romanticismo desarrolló más adelante: lo bello, lo sublime y lo pintoresco.
Ésta última noción excluye al espectador de la monotonía, el tedio y la rutina
mediante la sorpresa, la curiosidad y la novedad.
El
concepto de lo singular de Addison fue retomado por el pintor y grabador inglés
William Hogarth, quien en su obra The Analysis of Beauty (1753)
consideró que la variedad y la complejidad proporcionan placer estimulando la
mente del sujeto observador. Tales fines se conseguirían a través de las líneas
ondulada y serpentina.
Siguiendo esta
estela, William Gilpin (1724-1804) en sus Three
Essays on Picturesque Beauty, on Picturesque Travel and on Sketching Landscape
(1792), caracterizó lo pintoresco como aquello que tiene la capacidad de
complacer sensorialmente y la cualidad de poder ser representado
pictóricamente. Sus principales atributos serían, de nuevo, la variedad y la
irregularidad como base para crear diferentes formas, contrastes de luz y
sombra y gradaciones de color. Para Gilpin la interpretación pictórica del
paisaje está estrechamente ligada a la idea de ruina considerando que, si fuera
necesario, el artista debería arruinar todo edificio representado para que éste
ganase en pintoresquismo.
Apuntes de William Gilpin |
Las teorizaciones sobre lo pintoresco se prolongaron vía ensayos como An Analytical Enquiry into the Principles of
Taste (1805) de Richard Payne Knight, y An
Essay on the Picturesque as Compared with the Sublime and the Beautiful
(1794), de Uvedale Price. Las ideas de Price sobre este concepto fueron punto
de referencia para artistas del siglo XX como Robert Smithson, uno de los
principales representantes del Land Art.
El Land Art es
una manifestación artística de carácter procesual que surge en Estados Unidos a
finales de la década de los sesenta del siglo XX y luego se extiende
internacionalmente. Consiste en realizar acciones sobre un territorio o espacio
natural que tendrán un carácter efímero ya que el resultado es modificado
continuamente por los agentes atmosféricos. La capacidad destructora de la
naturaleza, símbolo de la fugacidad, ya había sido máxima del pensamiento de
Gilpin y de su idea de lo pintoresco vinculado a la ruina.
Smithson publicó en 1967 en la revista
Artforum un artículo titulado “Los
Monumentos de Passaic. ¿Ha sustituido Passaic a Roma como Ciudad Eterna?”.
Este texto surgió como consecuencia de un viaje a Paissac, su pueblo natal
localizado al noroeste de Nueva York y durante el cual realizó fotografías. En
él se aprecia una sensibilidad próxima a la de Price o Gilpin, presentando de
manera descriptiva un paseo pintoresco por este paraje periférico afectado por
la industrialización.
Smithson se
interesó por los paisajes antropizados, degradados por la mano del hombre,
materializándose sus ideas en obras como Spiral Jetty, construida en un mar
desecado, o Broken Circle y Spiral Hill, ambas en una cantera de arena. La estética de estas intervenciones tiene su
precedente en textos como Essay on the
Picturesque de Price:
“El aspecto de
una lisa colina verde, desgarrada por torrentes, puede en principio
considerarse con mucha propiedad como
deformada, y por el mismo principio, aunque no con la misma impresión, como una
cuchillada en un animal vivo. Cuando la crudeza de una cuchillada así en la
tierra se suaviza, y en parte se oculta y adorna por los efectos del tiempo y
del aumento de la vegetación, la deformidad, por este proceso natural, se
convierte en pintoresco; y esto es lo que sucede con las canteras, con las
minas etc., que al principio son deformidades y que, en su estado más
pintoresco, son consideradas como tales por un aprendiz de topografía”.
Spiral Jetty (1970, Robert Smithson) |
La
estética de lo pintoresco repercute en otros artistas del Land Art. Richard
Long extrae materiales de la naturaleza y los ordena en espacios interiores de
galerías y museos. Así, el aspecto fundamental de estas obras se centra en las
expediciones en las que recolecta ramas y piedras que va encontrando. Caminar y
recolectar para Long son dos maneras de acercarse al paisaje y en su trabajo
esta parte procesual previa, que podría calificarse de paseo pintoresco, es el
aspecto clave.
Cotopaxi cicle (Along a twelve day walk in Ecuador, 1998, Richard Long) |
Rafael Argullol señaló que “el paisajismo romántico lejos de ser una
genérica pintura de paisaje, es primordialmente la representación artística de
una determinada comprensión y aprehensión de la naturaleza. Es un marco que trasciende lo puramente físico”.
Lo pintoresco supone una nueva relación del individuo con el espacio, un cara a
cara del hombre con la naturaleza del cual surge una conexión emocional que
tiene como base una estética subjetivista.
En
el Land Art el concepto de lo pintoresco y su relación con la naturaleza
avanzan un paso más. El paisaje, además de motivo artístico, pasa a convertirse
en material plástico pues, como afirmó Andy
Goldsworthy, “la obra es el
lugar”.
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