El
porvenir de la ciudad utópica
Es inútil
decidir si ha de clasificarse a Zenobia entre las ciudades felices o entre las infelices.
No tiene sentido dividir las ciudades en estas dos clases, sino en otras dos:
las que a través de los años y las mutaciones siguen
dando su forma a los deseos y aquellas
en las que los deseos, o logran borrar la ciudad, o son borrados por ella.
Podría
parecer un escenario de película de ciencia ficción. El proyecto
UTOPOS/DISTOPOS de Gorka García refleja las dos caras de una misma moneda. La
ciudad distópica no es más que la proyección deformada de la ciudad utópica.
Pero, ¿es el futuro al que alude? ¿O realmente nos encontramos ante una
proyección del presente? ¿Estamos construyendo una distopía?
El siglo pasado nos
legó dos Guerras Mundiales, el Holocausto judío, los bombardeos atómicos, la amenaza nuclear durante la Guerra Fría… y
un sinfín de hechos e imágenes del horror. En la actualidad el progreso refleja
en su sombra la incertidumbre y el pesimismo, las desigualdades de clases y
pueblos, el establecimiento de fronteras segregadoras, el belicismo, los
intereses económicos enfrentados. En suma, el giro de la utopía a la distopía
tiene por telón de fondo la crisis de la modernidad.
La ciudad ideal |
En su nota preliminar a Las
ciudades invisibles Italo Calvino se confiesa en estos términos: “¿Qué
es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de
amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal
vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las
ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades
invivibles”.
Esta idea sobrevuela el
trabajo de Gorka García cuando, a partir de la utopía, trata de hacernos
reflexionar sobre la distopía como utopía negativa que pone de manifiesto la
vulnerabilidad de los cimientos de nuestra civilización. Y ello lo realiza a
través del planteamiento dialéctico de mostrar la ciudad ideal enfrentada a la
ciudad real.
Je suis Platón |
La palabra “utopía”, que procede del título de la
obra del humanista inglés Tomás Moro publicada en 1516, tiene su base en el
griego “topos” (lugar) al que se le añade el prefijo “u” que remite tanto a “ou”
(negación) como a “eu” (lo bueno, lo deseable). Moro juega con la ambivalencia
de “ou-topos” (el no lugar, el sitio que no existe) y “eu-topos” (el buen
lugar, el lugar deseable). “Utopía” sería, por tanto, “el lugar ideal que no
existe”.
La Utopía de Tomás Moro se
emplaza en una isla y su planteamiento surge de la crítica constructiva del
presente a través de la imagen de una alternativa ideal en la que no existan la
propiedad privada ni el gobierno despótico. Moro se revela como un fiel
observador de su presente diagnosticando los males del momento y conjeturando
sobre un posible modelo de sociedad más equitativa y justa. Gorka realiza un
guiño a este libro incorporando la palabra Amaurota,
capital de Utopía, en letras doradas
al pie de una ruina fantasmagórica. Con ello refuerza la fina frontera que
separa la perfección del caos.
Amaurota |
La ciudad
ideal se plasma tomando como referente el Renacimiento y modelos
arquitectónicos presentes en la pintura de Ghirlandaio, Piero della Francesca y
Rafael. Este período es elegido por tratarse de una época que retoma la antigüedad
greco-romana como modelo y en la que el antropocentrismo sitúa al hombre en el
centro de todas las cosas. La correcta proporción y la geometría se
convirtieron en los principios rectores y la renovación urbanística del momento
se llevó a cabo de acuerdo con estas normas estéticas que el artista retoma en
las obras de la exposición otorgándoles un discurso contemporáneo.
En el Renacimiento triunfó la tratadística a través de figuras como
Alberti quien, en De re aedificatoria,
defendió la función social de la arquitectura y la necesidad de aspectos
normativos sobre la planificación de la ciudad. Así, el urbanismo buscó
espacios racionales que respondiesen a unas reglas después de la intrincada red
urbana heredada de la ciudad medieval. Los teóricos plantearon ciudades
utópicas de nueva planta con un diseño regular y una distribución organizada de
los espacios públicos, residenciales y comerciales. El orden urbano tendría una
estrecha vinculación con la propia moralidad de sus habitantes de manera que,
en este sentido, una ciudad perfecta se correspondería con una ciudad feliz y
con una menor conflictividad social. Uno de los ejemplos más representativos es
la pintura de La ciudad ideal de
Urbino. Al situarla al pie de una urbe concebida como un auténtico paisaje de
ruinas y devastación, Gorka incide de manera especialmente visual en la ambivalencia
que todo proyecto utópico puede albergar. La perfección estética de la ciudad
utópica no lo es menos en la ciudad distópica de este pintor. “Cuando se hace una ruina, hay que hacerla
bien” sentenció Victor Hugo. Y es que en la obra de Gorka García la ruina,
como la arruga, es bella. Dolorosamente bella.
Nul: Libia |
La historia
del pensamiento utópico no comenzó en el Renacimiento sino que fue Platón uno
de sus principales precedentes. El filósofo griego planteó en La República un modelo de sociedad ideal
que influyó de forma directa en la obra de Tomás Moro y por ello recibe su
particular homenaje en UTOPOS/DISTOPOS apareciendo su busto en una loggia. A Sobre el estado ideal de una república en la
nueva isla de Utopía de Moro, conocida popularmente como la citada Utopía, se sumaron otros textos que añadieron
a los elementos heredados de la Antigüedad nuevas cualidades propias de la
utopía moderna. Fueron Nueva Atlántida
de Francis Bacon, La Ciudad del Sol
de Tomasso Campanella y Cristianópolis de
Johann Valentin Andreae. A ellos les sucedieron las reflexiones del mito del
buen salvaje del filósofo ilustrado Jean-Jacques Rousseau y el desarrollo de
las utopías que prosiguieron a la Revolución francesa: el socialismo utópico de
Saint-Simon, de Robert Owen y su New
Harmony y de Charles Fourier y su sistema de falansterios; el socialismo
científico de Marx y Engels; y las
propuestas anarquistas de Proudhon, Bakunin y Stirner. ¿Qué pasó en el siglo
XX? La utopía dio paso a la pesadilla y trajo consigo los totalitarismos de
primera mitad de siglo.
Midépolis |
La literatura y la cinematografía de la segunda
mitad del siglo XX ha recogido múltiples relatos distópicos. Los códigos del
discurso utópico se tergiversan diagnosticando la sintomatología enferma de una
sociedad individualista regida por la propiedad privada y la dinámica atroz del
mercado. Ahora el apocalipsis no es provocado por la ira divina sino por la
corrupción humana.
En el artículo De la utopía clásica
a la distopía actual Luis Núñez Ladevéze señaló: “La utopía como idea, alumbra la distopía como praxis. Un sistema de
perfeccionamiento social que en su origen es la utopía, se convierte en un
método de control social, pues en eso consiste su práctica. Cuando la historia
apague la luz de La Ciudad del Sol, se
convertirá en 1984”. La distopía presentada por Orwell es el
utopismo de Campanella invertido. Entre el sueño y la pesadilla, la
frontera se difumina. En 1984 “la
guerra es la paz”. Este axioma parece haberse convertido en el mantra de los mandatarios
mundiales. El conflicto armado es una realidad y muchas ciudades de Siria
parecen no haber existido nunca sino como ruina.
La ciudad utópica ha muerto y ha nacido la ciudad
distópica. La dimensión comunitaria de la polis se ha esfumado y ha sido
sustituida por un espacio público cada vez más reducido. A la modernidad
líquida teorizada por Bauman le corresponden las que podrían calificarse como “ciudades
líquidas”, ejemplificadas en última instancia por un paisaje de escombros.
Quizás, sea la propia ruina la que a través de la ciencia de la devastación
denominada por Bogacki como “destructología” permita, en palabras de Jean-YvesJouannais “arrojar luz sobre el futuro de
la naciones y de los seres mediante la interpretación de los escombros de guerra”.
Quizás, a modo de los adivinos etruscos que predecían el futuro examinando las
entrañas del animal sacrificado, las vísceras de la devastación pétrea puedan
ser estudiadas de forma crítica y retomar el afán reformista de la utopía. No
todo está perdido. Las ciudades de Gorka García aún pueden albergar deseos detrás
de la estética de la destrucción.
La ilusión (Soyez realistes demandez l’impossible) |
UTOPOS/DISTOPOS, Gorka García Herrera
Del 17 de marzo al 2 de mayo de 2017
Aurora Vigil-Escalera Galería de Arte
BlogURBS
El Cuaderno
Fundación Antonio Gala
Arterritory
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