“La mujer se mira en el espejo; su identidad está
marcada por
la abundancia de imágenes que definen la feminidad. Está enmarcada
(se experimenta a sí misma como imagen o representación) por los bordes
del
espejo y entonces juzga los límites de su propia forma y pone
en práctica
cualquier autorregulación que sea necesaria.”
LYNDA NEAD
El desnudo
femenino. Arte, obscenidad y sexualidad
El 6 de febrero de 1992 el New York Times sacaba en portada una
noticia sobre Stacey Stetler, modelo de pasarela y de revista de moda, que
recurrió a la cirugía plástica para modificar la apariencia estética de una
parte de su cuerpo. Esbelta, rubia, de ojos azules. Una auténtica top model de catálogo. Sin embargo,
cuando Stetler se miraba en el espejo veía más defectos que virtudes. Su pecho
plano hacía imposible distinguir si estaba de frente o de espaldas, según sus
propias palabras.
El hecho de que un
periódico tan popular y consolidado diese tal importancia al suceso lo
convirtió de inmediato en un indicador sociocultural a tener en cuenta. Bajo el
título Woman's Image in a Mirror: Who
Defines What She Sees?, Lena Williams reflexionó al respecto analizando
porqué una “mujer diez”, según los cánones estéticos establecidos, siente la
necesidad de modificar su cuerpo para cercenar un complejo que le acarrea
problemas de autoestima.
Devotion to beauty (Acrílico y óleo sobre lienzo, 61 x 50 cm., 2016) |
La vinculación entre la imagen física y
la autoestima tiene su consecuencia más directa en el sacrificio, en la
necesidad de amoldarse a base de autorregulación a los ideales estéticos
establecidos por la sociedad. Por ello, Sacrifice
es el título que ha escogido Cristina Toledo para su nuevo trabajo. Un conjunto
de pinturas y acuarelas que muestran a mujeres sometiéndose a tratamientos de
belleza de diversa índole, algunos de los cuales semejan más auténticas
torturas. Cada fémina se convierte en su propio verdugo. Es el fascismo del
cuerpo.
La
artista aborda la tiranía de la estética recurriendo a una recopilación de
imágenes extraídas de diversos massmedia, de revistas como Vogue y fotografías de época. Estas iconografías encontradas son
transformadas en pintura como mecanismo para resignificarlas y reflexionar
acerca de conceptos como la feminidad, el fetichismo o el sufrimiento
voluntario que conlleva alcanzar el ansiado ideal.
Sharpe your nose at home (óleo sobre lienzo, 60 x 60 cxm, 2016) |
El canon de belleza ha sido
estereotipado, reducido al mero atractivo sexual y convertido en un bien más
ofertado por el mercado de consumo. Byung-Chul Han en su ensayo La salvación de lo bello insiste en que “la industria de la belleza explota el
cuerpo sexualizándolo y haciéndolo consumible”. La belleza entra en crisis
si se somete a la lógica del capital pues pasa a ser un simple producto. Y, ya
se sabe que, en nuestra cultura del usar y tirar, cuando por la rapidez de las
modas algo deja de servir o simplemente se vuelve viejo, se tira y se compra
otro nuevo. Lo mismo ocurre con la belleza y el cuerpo femenino, inmerso en un
perpetuo ciclo de juicios tanto ajenos como autoemitidos por seguir la línea del canon impuesto. ¿Y, cuál es esa
línea? Gilles Lipovetsky la analiza en La
tercera mujer, un libro con luces y sombras pero sagaz en algunos aspectos
como es el del análisis de la entrada de la belleza en el mercado de masas. El
filósofo destaca la doble tendencia que se manifiesta como meta: la antiedad y
el antipeso. El tándem delgadez-juventud se impone y las mujeres que no lo
cumplan estarán entre las no elegidas. Sin embargo, este binomio tampoco es
garantía de éxito. A Stacey Stetler no le funcionó. Ella ya lo tenía y no fue
suficiente. En el fondo, nunca es suficiente. El poder coercitivo de las normas
estéticas impuestas por el canon oficial siempre será fuente de insatisfacción
constante.
Cosmetic mask (Acrílico y óleo sobre lienzo, 33 x 24 cm., 2017) |
“Espejo mágico dime una cosa,
¿quién es en este reino la más hermosa”, se pregunta la
madrastra de Blancanieves y se preguntan también todas y cada una de las
mujeres que se sacrifican en aras de lograr esa supuesta hermosura. Para ello
las protagonistas de Cristina Toledo se maquillan, usan extrañas mascarillas y
artilugios opresivos varios para reducir arrugas o enderezar la nariz, se
broncean, llevan tacones imposibles y asfixiantes corsés para marcar irreales cinturas
de avispa. El es Síndrome Norma Desmond
que se aferra cual sanguijuela al miedo, al pavor de marchitarse y perder la
belleza.
Vaporizer (Acrílico y óleo sobre lienzo, 33 x 24 cm, 2017) |
La
actriz Gloria Swanson encarna en El
Crepúsculo de los Dioses (1950, Billy Wilder) a la citada Norma Desmond, una estrella del cine
mudo atormentada por los fantasmas de su pasado. Es demasiado mayor para la
industria del cine. Su edad la invisibiliza como mujer a pesar de su pasado profesional
glorioso. Vive recluida en una mansión abarrotada de fotografías de jóvenes Normas Desmond, un martirio perenne para
su psique de mujer que envejece. En un momento de la película, Norma cree que
volverá a actuar ante las cámaras y es aquí donde comienza la secuencia de
imágenes del sacrificio narradas por la voz en off de su amante Joe Gillis: “Un ejército de expertos en belleza inundó
la casa de Sunset Boulevar. Soportó una horrible serie de tratamientos, contaba
cada caloría como un atleta preparándose para los juegos olímpicos”.
Y
así, bajo el Síndrome Norma Desmond, se
encuentran las mujeres representadas por Cristina Toledo. Cada una viviendo su
particular Sunset Boulevard sometida
al chantaje de la belleza.
Beauty seekers (Óleo sobrel lienzo, 146 X 103 cm, 2017) |
22.04.2017 - 29.05.2017
PRENSA
Muy buen artículo, gracias.
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