Las fronteras entre ciencia ficción
y realidad social son una ilusión óptica.
Donna Haraway
(Manifiesto Cyborg, 1985)
¿Qué será de la evolución humana y en qué
grado dependerá de la tecnología? ¿Llegaremos a fabricar nuestros propios
cuerpos? ¿Qué somos o qué estamos dejando de ser? ¿La hipertecnologización
conducirá a la deshumanización? Muchas son las preguntas y demasiado
especulativas las respuestas. Lo posthumano camina en las arenas movedizas de
un futuro que ya está aquí. Ni utopía ni ciencia ficción. El superhombre de Nietzsche
es el cyborg del hoy.
María Castellanos & Alberto Valverde |
El ser humano siempre ha recurrido a la
tecnología para dar soluciones a las limitaciones del cuerpo. Iván Mejía en su
ensayo El cuerpo posthumano afirma: “El
cuerpo intervenido por la tecnología es absolutamente tangible en diferentes
momentos de la historia. Desde que esta relación, cuerpo-tecnología, se
concebía de una manera antagónica, hasta que es posible su triunfal simbiosis.
Así, progresivamente, las nuevas máquinas, y todo tipo de dispositivos, se han
ido adaptando, introduciendo, o integrando —como los lentes de contacto, los
estimuladores cardíacos, u otras prótesis— al cuerpo. Ello,
sin referirnos, aún, a los avances científicos como la clonación y la
ingeniería genética, que implican cambios sustanciales en el (ex)ser humano y
todos los aspectos de la vida.”
La
tecnociencia y la biotecnología dibujan nuevas cartografías de un devenir
corporal a medio camino entre el imaginario y la realidad. En Ensayo y error del posthumano María
Castellanos & Alberto Valverde exploran la relación entre cuerpo,
tecnología y arte contemporáneo. Su doble objetivo se centra, en sus propias
palabras, en “investigar sobre los nuevos paradigmas de la escultura desde el
uso de herramientas de fabricación digital y en indagar acerca de cómo será el
futuro humano amplificado por la tecnología, en definitiva, averiguar el
porvenir de lo posthumano y establecer de algún modo el canon de ese futuro
ser.”
En 1992, tuvo lugar la primera exposición que abordó dicho campo de
producción. Titulada Post Human fue
organizada por el comisario norteamericano Jeffrey Deitch y en ella participaron
diversos artistas que, como Cindy Sherman, Yasumasa Morimura o Kiki Smith, se
enfrentaron a la reorganización tecnológica del cuerpo. Está claro que éste,
como afirmó Patricia Mayayo, “ha dejado de ser una realidad estable para
convertirse en un proyecto cambiante, susceptible de ser reinventado y
reconstruido sin cesar, a medio camino entre lo orgánico y la máquina; un
cuerpo, en una palabra, posthumano”.
La literatura y el cine han sido terrenos especialmente
fértiles para estas reflexiones. Acaecida la muerte de Dios, Gott ist tot que diría el filósofo
alemán, Prometeo le ha sustituido. El hombre se erige en dador de vida. Lo hizo
el profesor Spalanzani en El hombre de la
arena (1816) de E.T.A. Hoffmann, Frankenstein (1818) en la novela de Mary
Shelley, el científico Rotwang en Metrópolis
(1926) de Fritz Lang y el doctor Eldon Tyrell en Blade Runner (1982) de
Ridley Scott. Los ejemplos son interminables, pero en todos ellos es posible
apreciar la dicotomía como eje central del debate: natural/artificial,
orgánico/inorgánico, ficción/realidad, mente/cuerpo, hombre/mujer,
naturaleza/cultura…
María Castellanos & Alberto Valverde
afrontan el proyecto con la mente puesta en superar estas dualidades y como una
obra abierta, como un work in progress acorde al propio carácter procesual y
de mutación de lo posthumano. Así, el ser resultante no ha sido concebido de
forma canónica sino como un “ensayo visual” acerca de cómo podría ser en un
futuro no muy lejano. Para llevarlo a cabo crearon su propia herramienta: una
impresora 3D de aluminio y metacrilato capaz de imprimir esculturas a escala
humana. Previamente escanearon a dos modelos desnudos, uno femenino y otro
masculino, en muchas de las ocasiones repitiendo la misma pose en ambos con el
objetivo de poder mezclar los cuerpos digitalmente para trasladarlos
posteriormente a la impresora.
El término cyborg (del acrónimo cyber,
cibernético y organism, organismo; es
decir, organismo cibernético) fue acuñado ya en 1960 por Manfred E. Clynes y
Nathan S. Kline para referirse a un ser humano mejorado que podría sobrevivir
en entornos extraterrestres. Francesc Mestres y Josep Vives-Rego en su texto Reflexiones sobre los cyborgs y los robots:
Evolución humana y aumentación recogen que Clynes y Kline “llegaron a esa
idea después de pensar sobre la necesidad de una relación más íntima entre los
humanos y las máquinas en un momento en que empezaba a trazarse la nueva
frontera representada por la exploración el espacio. Los creadores del término cyborg pensaban en un proceso de
autoconstrucción y mejora humana o aumentación y no en un proceso de creación
de novo total y externo al propio ser humano. Esta concepción de cyborg, como humano mejorado o
autoconstruido, no coincide con la que se refleja generalmente en las películas
de ciencia ficción y que se encuentra en el imaginario social. En estos casos
se sobrentiende que los cyborgs han
sido fabricados en sofisticados laboratorios futuristas”.
A ello debe añadirse que la literatura y
el cine están plagadas de excéntricos científicos que, en un segundo análisis, constituyen
figuras herederas de un régimen heteropatriarcal. Desde la misoginia de La Eva Futura de Villiers de l`Isle-Adam
a la fabricación de autómatas que perpetúan el rol de la femme fatale como el robot Futura de Metrópolis, llegando hasta la replicante
Pris concebida como “un modelo básico de placer”. El futuro posthumano no es abordado al margen
del género de ahí la impronta conceptual que el Manifiesto cyborg de Haraway tiene en el proyecto de María
Castellanos & Alberto Valverde en aras de la consecución de su propio sujeto
postgénerico.
Ensayo y error del posthumano deconstruye
el cuerpo humano borrando fronteras. Los tecnófilos lo admirarán mientras los
tecnófobos verán en ello la distopía de una tiranía tecnológica fagocitadora.
El dualismo vuelve, ¿estamos ante una mejora de lo orgánico o ante un dominio
de la máquina de consecuencias imprevisibles? En nuestras manos queda elegir si
posicionarnos del lado de los apocalípticos o de los integrados.
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