“La casa es un
escenario concreto,
íntimo y único de
la vida de cada uno,
mientras que una
noción más amplia de
la arquitectura
implica generalización,
distancia,
abstracción.”
Habitar, Juhani Pallasmaa
Cuando Ella May y Tike
Hamlin maldecían su casucha de madera al tiempo que ansiaban una de adobe,
posicionaban a la deseada “casa de tierra” y a su antítesis ruinosa en el eje
central de sus vidas. De ello se traduce que la casa no sólo es un espacio
físico, sino también simbólico. No sólo es una construcción de ladrillos o
tablas, sino también de recuerdos y sueños. Su significado va más allá del mero
hecho de dar cobijo, es un espacio afectivo que refleja la identidad de quien
la habita.
“¿Cuánto tiempo más vamos a quedarnos
atrapados en esta vieja cárcel?”. Woody Guthrie ponía en boca de Ella May estas
palabras porque en la novela “Una casa de tierra” el hogar dulce hogar no existe salvo en el ensueño.
Lovington (acrílico sobre lienzo, 100 x 100 cm) |
En “Somewhere… Nowhere” Mónica Dixon
enfrenta al espectador como sujeto habitacional a una doble realidad: la casa
onírica frente a la arquitectura abstracta, el hogar quimérico versus un
escenario caracterizado por la neutralidad espacial. El primero representado en
su aspecto exterior y el segundo de manera interior. El dentro y el fuera
deberían tener una continuidad, una complementariedad, pero lo cierto es que
estas obras se singularizan precisamente por eso, por la tensión y la dicotomía
existente entre ambas partes aun cuando la ausencia del morador sea nexo común
en los dos enfoques.
Es más que probable que Juhani Pallasmaa tenga
razón al afirmar que “quizás la idea de hogar no sea en absoluto una noción
propia de la arquitectura, sino de la sociología, la psicología y el
psicoanálisis”. El hogar dulce hogar
está simbolizado por la noción de la «casa onírica» definida por Gaston
Bachelard en su libro La poética del
espacio. Ésta debería tener un desván y un sótano. El primero corresponde
al lugar simbólico donde almacenar los recuerdos agradables, mientras que los
desagradables se guardan en el segundo. El prototipo mental de «casa onírica» es
condición sine qua non para el
arraigo metafísico de su habitante. Para Carl G. Jung, los arquetipos
arquitectónicos corresponderían a unas imágenes primigenias vinculadas a
experiencias, emociones y asociaciones. Los paisajes con casa de Dixon estarían
en esta categoría, mientras que los interiores, protagonizados por conceptos
como el espacio y la luz quedarían al margen de esas imágenes universales de la
mente humana.
Nowhere nº 5 (acrílico sobre lienzo, 50 x 50 cm) |
“La casa alberga el ensueño”, dejó escrito
Bachelard. Y es que, para el filósofo francés, “los recuerdos de las antiguas
moradas se reviven como ensueños, las moradas del pasado son en nosotros
imperecederas”. El hogar originario acompaña al habitante-soñador el resto de sus días a pesar, incluso, de los cambios
de domicilio. Porque el ensueño remite a sensaciones, a olores… no tanto a aspectos
espaciales y arquitectónicos. Nuestro inconsciente estaría agazapado en la
morada primitiva y lo más próximo a ésta sería la casa natal. A lo mejor una de
las claves de los paisajes de Mónica Dixon está ahí, en su memoria, en unos
escenarios mentales de lugares que no existen o sólo lo hacen en pequeñas dosis
como reflejo de algún territorio subsumido en el inconsciente de la pintora y
sus orígenes norteamericanos. Grandes planicies, territorios de viento y polvo
en Oklahoma, Colorado, Kansas, Nebraska o el Panhandle de Texas en el que vivió Woody Guthrie y que es leitmotiv de su citada novela. Casas solitarias, aisladas y vulnerables en
la amplitud de la llanura merced a los elementos naturales y marcadas por el estigma
de un pasado, pero no olvidado, Dust Bowl.
Es el paisaje de Guthrie, pero también de John Steinbeck o de la fotografía de
Dorothea Lange.
Riverview (acrílico sobre lienzo, 50 x 50 cm) |
La arquitectura moderna ha procurado
evitar o eliminar la imagen de la «casa onírica». Según Pallamaa “parece haber
abandonado por completo la vida y haber huido hacia la pura invención
arquitectónica. La arquitectura auténtica representa y refleja un modo de vida,
una imagen de la vida. En lugar de eso, los edificios contemporáneos a menudo
parecen vacíos y no parecen representar un modo de vida real ni auténtico. La
vanguardia arquitectónica contemporánea ha rechazado conscientemente el
concepto de hogar”. Bajo nuestra idea sociocultural de casa esperamos que sus
espacios estén divididos en salas, dormitorios, baños… pero en los interiores
de “Somewhere… Nowhere” eso no ocurre generando inquietud y una cierta
desorientación. Cuando uno accede a una vivienda entra en el mundo de quien la
habita a través de sus muebles, de sus objetos personales. Aquí no hay nada
excepto un juego arquitectónico de luz y espacio. Ni siquiera sabemos si,
realmente, se trata de una casa. Podría ser cualquier espacio de tránsito en
cualquier edificio de cualquier parte del mundo. Son interiores que no revelan
la intimidad del hogar. ¿Una casa deshabitada conserva la condición de casa?
Scape nº 2 (acrílico sobre lienzo, 120 x 120 cm) |
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