La naturaleza, dejada sola, está en perfecto
equilibrio.
Masanobu Fukuoka
Rubén Martín de Lucas, fundador del colectivo de arte urbano Boa Mistura, decidió en el año 2015 emprender su carrera artística
en solitario. Desde entonces, va forjando con paso firme su trayectoria por
medio de unos proyectos profundamente interesantes y coherentes en su evolución.
A través de diversos medios como la pintura, la fotografía intervenida o el
vídeo, pone el foco de atención en el paisaje y en las relaciones del sujeto
contemporáneo con su entorno. El trabajo de campo y la experiencia empírica
juegan un papel fundamental dentro de un proceso creativo en el cual, la
lectura sociológica, es también un elemento clave.
En proyectos como La Aldea
Flotante, Martín de Lucas abordó la situación de una parte de la población del
Sureste asiático obligada a habitar sobre el agua. Con Stupid Borders reflexionó sobre las fronteras (no sólo físicas sino
también mentales) que el hombre construye a su alrededor y que determinan su
total relación con el entorno y con los otros individuos. En Vacaciones en el Mar retrató el éxodo de
la población de las ciudades hacia las zonas costeras de España. Estos flujos
migratorios generan unos paisajes vacacionales caracterizados por la masificación
y la mimetización de los comportamientos sociales.
El jardín de Fukuoka de Rubén Martín de Lucas en la Galería Bea Villamarín |
El Jardín de Fukuoka, su exposición más reciente, se muestra en la Galería Bea Villamarín. Arte & Coleccionismo, de Gijón. Este trabajo habla
de agricultura, filosofía y WU WEI (o principio del no-hacer) a partir del
libro La revolución de una brizna de paja
de Masanobu Fukuoka (1913-2008).
Fukuoka fue un agricultor, biólogo y filósofo japonés
que, en textos como el citado y en La
senda natural del cultivo, explicó su manera de afrontar la agricultura de
forma totalmente respetuosa con la Naturaleza. Su método de cultivo, la llamada
agricultura natural, protegía las
características de la tierra y eliminaba los trabajos innecesarios a través de
la creación de un ecosistema que dejase a la naturaleza actuar sola. Este método
de agricultura natural era presentado como la salvación contra la inercia
degenerativa de la agricultura moderna que empleaba prácticas agrícolas
negligentes y productos químicos que agotaban la fertilidad del suelo.
La “agricultura
del no hacer”, deja que los cultivos sigan un desarrollo natural a partir
de los siguientes principio: no labrar
la tierra, no utilizar fertilizantes químicos ni compost preparado, no quitar las malas hierbas mediante cultivo
o pesticidas, no usar pesticidas,
y no podar.
El jardín de Fukuoka de Rubén Martín de Lucas en la Galería Bea Villamarín |
Este planteamiento de
Fukuoka supuso el punto de partida para el conjunto de pinturas que presenta Martín
de Lucas y en el que aprecian dos series bien diferenciadas. Por un lado, los
lienzos sobrios de los monocultivos que, a modo de haiku, transmiten lo
esencial. La sencillez y austeridad de estos poemas tradicionales japoneses parece
tener su paralelo en estas pinturas de gran rigor formal y contención.
Los cuadros de la
segunda serie, por el contrario, son orgánicos. En ellos la mancha espontánea y
colorida sustituye a la línea recta, meditada y rigurosa. El principio del WU
WEI, del fluir y de la no intervención, los salpica aportándoles vitalidad: “Si
la naturaleza se abandona a sí misma, la fertilidad aumenta”.
Desierto. Monocultivo VII. 148x148 óleo/tabla |
El jardín de Fukuoka es un proyecto reflexivo, una crítica velada que
cuestiona el impacto del sujeto contemporáneo sobre el territorio, su forma de intervenir
en el paisaje y de relacionarse con él. Porque, en última instancia, Fukuoka
emite una profundo cuestionamiento acerca de la sociedad de consumo y del
desarrollo económico capitalista.
Influido por la filosofía Taoísta y
del Budismo Zen, consideró que la
degeneración de la tierra discurría en paralelo a la de la sociedad japonesa. Si
la tierra se sana, el espíritu humano se purifica de tal modo que la
agricultura natural y la salud espiritual del individuo dependen la una de la
otra. Todo forma parte de un ciclo. Si a la naturaleza le falta vitalidad, ello
se traduce a los alimentos y, a través de la comida, esa ausencia de energía repercute
negativamente en las personas.
Pero la culpa no recae
exclusivamente en el sistema industrial y las deficientes políticas agrícolas
sino también en el propio individuo, en la extravagancia del deseo humano: “Los
consumidores generalmente asumen que ellos no tienen nada que ver con las
causas de la contaminación agrícola. Muchos de ellos buscan los alimentos que
no han sido tratados químicamente. Pero los alimentos tratados químicamente son
comercializados preferentemente en respuesta a las preferencias del consumidor.
El consumidor exige productos grandes, brillantes, sin defectos y de tamaño
regular. Para satisfacer estos deseos se han difundido rápidamente productos
químicos (…). La predisposición del consumidor por pagar altos precios para los
alimentos producidos fuera de la
estación también ha contribuido al incremento de la utilización de métodos
artificiales de cultivo y la aplicación de productos químicos”.
El jardín de Fukuoka VI. 30x40 óleo/tabla |
Según Fukuoka, el objetivo está en
desarrollar una agricultura auto-suficiente que aporte lo necesario para subsistir pero que evite
los trabajos excesivos e innecesarios que merman el descanso y el tiempo libre.
El sujeto contemporáneo está tan ocupado que a menudo se le olvida vivir. El WU
WEI se convierte, por tanto, en un principio para aplicar no sólo a la agricultura sino también a
la vida: “El fin último de la agricultura natural no es el cultivo de las plantas
sino el cultivo de la perfección de los seres humanos”.
El devenir de las
estructuras económicas y sociales, así como la crisis de valores del presente, han
conducido al mundo por complicados derroteros que precisan de un cambio de
filosofía. Masanobu lo tenía muy claro: “Rápido
mejor que lento, más mejor que menos, este desarrollo superficial está
directamente relacionado con el colapso inminente de la sociedad. Solamente ha
servido para separar al hombre de la naturaleza. La humanidad debe detener el
fomento del deseo de posesiones materiales y ganancias personales y moverse en
su lugar hacia el conocimiento espiritual”.
El ser humano debe buscar el verdadero
significado de la vida y aprender a vivir en el aquí y el ahora sin mirar hacia
el pasado o hacia el futuro.
El jardín de Fukuoka XII. 30x40 óleo/tabla |
La sociedad de consumo, la intervención en el hábitat, el sacrificio de
la naturaleza en aras de un supuesto desarrollo de la civilización, la
sostenibilidad y el fluir como filosofía vital son los temas que Rubén Martín
de Lucas aborda en la exposición a raíz de la lectura de La revolución de una brizna de paja. En una entrevista para Mecenas 2.0 decía lo
siguiente: “La naturaleza lo es todo. Mi
concepto de naturaleza es más amplio, es la suma de lo que comúnmente conocemos
como “naturaleza”, más nosotros, más las relaciones que hay entre ambos. Es
decir yo no nos veo como un ente separado. Y ese conjunto, esas relaciones, me
interesan profundamente, especialmente nuestro comportamiento y nuestra manera
de “habitar” la Tierra.”
De este modo, a través de El
jardín de Fukuoka podemos concluir: Somos como habitamos y, también, somos
lo que comemos.
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