lunes, 18 de enero de 2016

LA COLECCIÓN GROTHE: ARTE CONTEMPORÁNEO 100% ALEMÁN

En el año 1973 Hans Grothe visitó, en la Westfälischen Kunstverein de Münster, la exposición titulada Original + Fälschung (Original + Falsificación) de Sigmar Polke. El impacto que le causó fue tal que decidió adquirir todas las obras exhibidas. Este hecho sentó las bases de la futura Colección Grothe. A partir de ese momento la compra en bloque se convertiría en una seña de identidad de su coleccionismo. De este modo, comprando grupos de obras o ciclos enteros en lugar de obras aisladas, favorecía la contextualización de las mismas y evitaba su posible diseminación en el mercado.


Original + Falsificación 14 (El parlamento bávaro, óleo sobre lienzo con piel,
150 x 180 cm, 1973, Sigmar Polke)

El arte contemporáneo alemán fue la pasión y la obsesión de Grothe. En los años 50 creó una primera colección constituida por una cuidada selección de obras del Expresionismo. Detrás de ella, la firma anónima Sammlung Rheingarten o Colección Rheingarten. Posteriormente, en los años 70, se deshizo de las piezas de la vanguardia alemana que había adquirido hasta la fecha, para dedicarse por completo al arte contemporáneo influido por su amigo de la infancia Fritz Lempert, galerista especializado en carteles de artistas.

El contacto de Hans Grothe con los artistas de la Academia de Dusseldorf favoreció que, de primera mano, realizase grandes descubrimientos en los estudios de muchos de ellos. Algunas de sus más destacadas adquisiciones de Gerhard Richter fueron consecuencia directa de esta tupida red de relaciones artísticas.

Bailarinas (óleo sobre lienzo, 160 x 200 cm, 1966, Gerhard Richter)

Su colección cuenta con el sello personal de estar constituida por arte contemporáneo 100% alemán articulado en torno a tres ejes fundamentales: arte conceptual, arte neo-geométrico y, en especial, neo-expresionismo.

Los artistas de la Nueva Pintura Alemana, etiquetados como Neofauves (Noveaux Fauves) o Nuevos Salvajes (Die Neuen Wilden, en palabras de Wolfgang Becker), cuentan con una importante representación. La Colección Grothe reúne la figuración brutal y grotesca de Georg Baselitz, el clima alucinado de los óleos de Jörg Immendorff, la expresividad impulsiva de Markus Lüpertz, el dramatismo y la densidad matérica de las obras de Anselm Kiefer, la pluralidad de los trabajos de Sigmar Polke, el grafismo primitivo de A. R. Penck y la obra tanto figurativa como abstracta de Gerhard Ritcher.

Además de este núcleo clave aglutina piezas de Joseph Beuys, Stephan Balkenhol, Abraham David Christian, Günther Förg, Imi Knoebel, Ulrich Rückriem, Blinky Palermo, Reiner Ruthenbeck, Hanne Darboven, Katharina Sieverding y Rosemarie Trockel.

Muebles volcados (1971-1973, Reiner Ruthenbeck)

En el año 2000, la Colección Grothe se expuso en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía bajo el título "Arte alemán 1960-2000: La ColecciónGrothe". La importancia de la muestra radicó en proporcionar una amplia visión del arte alemán, especialmente de la década de los sesenta y setenta, a través de una cuidada selección de artistas y obras.

Unos años más tarde, en el 2009, Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma, acogió la exposición “Anselm Kiefer. Obras de la colección Grothe”. Tras el éxito de la misma Hans Grothe, enormemente satisfecho, decidió donar cuatro obras del artista alemán al museo Es Baluard por un periodo de cuatro años renovables. Se trata de las pinturas Schwarze Flocken, Shebirat Ha Kelim, Am Anfang y la escultura Frauen der Anthike,  todas ellas de una gran relevancia y representatividad en la trayectoria de Kiefer. 

Rosemarie Trockel, Colección Grothe en el
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

La Colección Grothe cuenta con un edificio propio, el Museum Küppersmühle, en Duisburg, la ciudad natal de Hans. Se trata de una de las grandes pinacotecas privadas del mundo. El museo se inauguró en mayo de 1999 en un viejo molino del puerto de la ciudad reformado por los arquitectos Herzog & de Meuron.

Museo Küppersmühle

Museo Küppersmühle


jueves, 7 de enero de 2016

WASSILY KANDINSKY O EL ARTE COMO NECESIDAD INTERIOR

El “impulso creador” fue para Kandinsky (1866, Moscú – 1944, París) el motor de la búsqueda infatigable que le condujo a vivir por y para regenerar el arte. Avant-garde de la abstracción, este artista y teórico, difundió sus ideas a través de su pintura y de sus escritos. Persiguió un arte nuevo, curativo y espiritual. Un arte no-objetivo que, asentado en la psicología perceptiva y la teoría de los colores, confirmarse la relación interna entre las impresiones cromáticas y los estados de ánimo del espectador.

Wassily Kandisnky 

La trayectoria de Kandinsky está marcada por tres países: Rusia, Alemania y Francia. Entre 1896 y 1914 vivió en Alemania, en Munich y en Murnau. A lo largo de este periodo su pintura, de gran expresividad cromática, va caracterizándose por la disolución de las formas en un camino sin retorno hacia la abstracción. Durante esta etapa publicó De lo espiritual en el arte (1912) y, entre 1911 y 1914, formó el grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) que se disolvió al estallar la Primera Guerra Mundial. Tanto desde la teoría como desde la práctica, Kandinsky pretendía un arte que no efectuase una mera transcripción de la realidad, sino una pintura que proyectase la necesidad interior del artista.

Entre 1914 y 1921 se estableció en Moscú donde llevó a cabo una importante labor como miembro del Comisariado Popular de Educación. Durante estos años su paleta cambió volviéndose brillante como consecuencia del contacto con las artes populares y sus composiciones, de figuras flotantes en espacios infinitos, mostraban ecos de las tendencias suprematistas y constructivistas que caracterizaban la vanguardia del momento. Kandinsky abandonó Rusia cuando la situación artística se recrudeció al imponerse como estética dominante el Realismo Socialista.

Composición VI (Óleo sobre lienzo, 195 x 300 cm, 1913)

         De vuelta en Alemania y por mediación de Walter Gropius se convirtió en uno de los más importantes colaboradores de la Bauhaus (1921-1933). Allí desarrolló una importante actividad pedagógica junto a Lyonel Feininger, Johannes Itten, Oskar Schlemmer y Paul Klee, entre otros reputados nombres. Durante este periodo publicó otra obra teórica de referencia, Punto y línea sobre el plano (1926). En estos años su pintura se contagió de la tendencia geométrica y racional que caracterizaba la estética de esta escuela de arte y arquitectura. Se marchó de Alemania en 1933, tras la subida al poder de Hitler y el cierre de la Bauhaus.

Finalizado este episodio y después de ser incluido en la lista nazi de “artistas degenerados” Kandisnky huyó a París y se instaló en las afueras, en Neuilly-sur-Seine, donde vivió  hasta su muerte en el año 1944. Sus últimos trabajos son coloristas y vitales pese a su exilio y al desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. París y su luz suavizaron su paleta y su pintura abstracta se pobló de formas orgánicas de reminiscencias mironianas.

En gris (Óleo sobre lienzo, 129 x 176 cm, 1919)

Kandinsky defendió una nueva interpretación del arte basada en el libre manejo de colores y formas, así como en un distanciamiento paulatino del objeto real. Tras la lectura de Abstraktion und Einfühlung (1908), de Wilhelm Worringer, persiguió incansablemente desligarse de la realidad objetiva en aras de la abstracción y reafirmó su idea de que en el arte no es necesario ningún motivo figurativo. Sólo importa el efecto psíquico de las formas y de los colores en quien contempla la obra.

“El arte es en muchos aspectos similar a la religión” afirmó Kandinsky quien, durante un tiempo, se dedicó al estudio de las ciencias ocultas y la teosofía, interesándose por los escritos de Rudolf Steiner, Helena Petrovna Blavatsky (fundadora de la Sociedad Teosófica) y Annie Besant y C. W. Leadbeater, autores del clásico libro teosófico Formas de pensamiento. Lo espiritual podía manifestarse mediante formas y colores abstractos que provocan vibraciones del alma. Estaba convencido de que existía una correspondencia interna entre la obra de arte y el espectador:

“El color es en general un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El ojo es el martillo templador. El alma es un piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, mediante una tecla determinada, hace vibrar el alma humana”.


Composición VIII (Óleo sobre lienzo, 140 x 201 cm, 1923)

En su evolución artística fue clave el descubrimiento de los Almiares de Monet, que pudo ver en Moscú durante una exposición de impresionismo francés en la capital rusa. También le influyeron movimientos como el Simbolismo y el Jugendstil que le mostraron la posibilidad de utilizar los elementos pictóricos de manera libre y lírica.

Lo cierto es que Kandinsky no llegó a la abstracción a través del arte, sino de la figura de Schönberg, padre de la música dodecafónica.  Tras uno de sus conciertos inició una intensa correspondencia con él en la que abordaron las conexiones entre música y pintura, entre sonidos y colores. A partir de la conocida como “sinestesia de las artes” Kandinsky consolidó los cimientos intelectuales y pictóricos de la abstracción. Para ello fue definitoria también su asistencia en el Teatro Imperial de Moscú a la ópera Lohengrin, de Richard Wagner. A partir de ese momento, el artista tradujo los sonidos en colores y líneas y, desde el año 1909, dividió y tituló algunos de sus cuadros en tres grupos: impresiones, improvisaciones y composiciones. Una terminología claramente musical.

Curva dominante (Óleo sobre lienzo, 129,3 x 194,3 cm, 1936)

La tendencia a musicalizar el material pictórico fue muy intensa en la etapa de la Bauhaus en la que se celebraron coloquios y conferencias sobre el tema. Su compañero de docencia Paul Klee pintó sus Cuadros de Fugas y Polifonías, transcripciones abstractas de impresiones musicales y, en 1928, Kandinsky creó una performance a partir de “Cuadros de una exposición” del compositor ruso Modest Mussorgsky. En ella sus pinturas fueron presentadas al ritmo de la partitura con el objetivo de lograr la “Gesamtkunstwerk” wagneriana, una obra de arte total que renovase espiritualmente y al hombre y lo liberase del materialismo del mundo moderno.