lunes, 17 de octubre de 2016

CONVERSANDO CON FEDERICO GRANELL

LA TRÍADA DEL PUNCTUM, LA MEMORIA Y LA NOSTALGIA

Exposición "La vida imaginada" en la Galería Gema Llamazares

N.A: El empleo del objet trouvé u objeto encontrado se remonta a los años de las vanguardias históricas, cuando grandes figuras de movimientos como el Surrealismo o el Dadá los introdujeron es sus obras. Este arte encontrado, de objetos no considerados artísticos, constituye un hilo conductor en tu trabajo. Relojes, postales, piezas de vajillas antiguas… Los elementos que descubres por azar en los mercadillos funcionan como motor de tu engranaje creativo, a veces incorporados a las obras y, en otras ocasiones, fuera de ellas a nivel objetual pero muy arraigadas a nivel simbólico y conceptual. ¿Qué remueven estos objets trouvés en tu interior para que ocupen un lugar tan importante dentro de tu proceso creador?

F.G: Me gusta la manera de trabajar de Christian Boltanski para crear su obra, podría ser un referente, pero en mi método de trabajo, que intento variar para no acabar siendo repetitivo, me dejo llevar por lo sentimental, no me gusta descontextualizar esos objetos a lo Duchamp, prefiero dotarlos de vida y de un nuevo sentido para expresarme a través de ellos. Rescatar algo que está a punto de perderse.


N.A: El álbum que se convirtió en la esencia de La vida imaginada estaba vacío, sin los recuerdos que le dieron origen. Cuando comenzaste a dotarlo de nuevo aliento a través de los pequeños dibujos a tinta tomaste como fuente de inspiración varias fotografías antiguas. ¿Siguiendo una noción de Roland Barthes, cuál fue el punctum que encontraste en las fotografías que hizo que seleccionases unas imágenes y no otras para este proyecto?

F. G: Yo llevaba tiempo seleccionado imágenes en mercadillos y ferias de antigüedades.  Los miraba con mucha atención, buscando los que tuvieran algo que decirme, los que me transmitieran más cosas y que por alguna razón conectasen con mi obra.  

Dibujos a tinta del Álbum familiar de "La vida imaginada"

N.A: Al igual que caminar por los mercadillos se ha convertido para ti en una auténtica práctica artística previa al proceso de ejecución de una pintura o de una escultura, la música juega otro papel definitorio. Entendida como escucha atenta y no como mera distracción auditiva, la música la sientes, la vives, te inspiras en los títulos de las canciones o en las letras de las mismas analizadas al milímetro. ¿Algún día incluirás música o una pieza sonora en un proyecto expositivo?

F.G: Es verdad, la música te transporta a otro estado, te eleva.  Me acuerdo que mientras comentábamos el texto de la exposición te mandé la letra de Afterlife de Arcade Fire, que para mí tenía mucho que ver con todo el concepto que quería representar. Supongo que en el futuro haré más cosas conectadas con la música, porque es un tema inagotable. Aunque ya en un vídeo para la exposición MMVII de la sala Borrón incluí una colaboración musical con mi amigo Alfredo Diego.


N.A: La vida imaginada es un acto de rebeldía contra el olvido, un modo de aferrarse a la memoria. ¿Por qué es tan importante para ti no dejar morir el pasado? ¿Es quizás una actitud clave para comprender el futuro, o más bien se trata de una postura de refugio o incluso de huida del presente? 

F.G: Creo que tendría que ver más la idea de refugio, por eso quizás llevé a los personajes de La vida imaginada a una casa de campo alejados de las grandes ciudades, salvo una visita a Berlín con las Olimpiadas de fondo, pero me gustaba la idea de sanación que transmitía la naturaleza en la obra.

Vanitas de "La vida imaginada"

N.A: La biografía ficticia de esta familia alemana obliga al espectador a reflexionar sobre el recuerdo, la nostalgia y el tempus fugit. En un principio parece transmitir cierta aflicción. Sin embargo y, paradójicamente, se trata de una exposición en la que has introducido mucho más color que en otras anteriores. Es llamativo el empleo de los verdes. El verde remite a la vida, a la fertilidad y contrarresta los memento mori que, a modo de calaveras y relojes, pululan por las obras de la muestra. ¿Podríamos hablar tal vez de una nostalgia positiva y productiva, de una nostalgia útil para despertar sentimientos dormidos?

F.G: Tenía constantemente en la cabeza la idea del hombre en contacto con la naturaleza, como espacio relajante y tranquilizador, como algo mágico y misterioso, e intenté reflejarlo en la paleta trabajando con más luz y color dando protagonismo a los verdes, a muchas tonalidades de verde.  Me pareció un reto y creo que de eso trata el arte, de retarse y ver hacia dónde te llevan esos nuevos caminos.

Hans (detalle de un tondo de la exposición)

N.A: El pequeño Hans es, sin duda, uno de los protagonistas de esta exposición. Es el personaje destacado de muchos de los lienzos y el actor principal de las instalaciones escultóricas. La infancia es un periodo ingenuo, desinhibido, no mediatizado por los convencionalismos que guían la vida adulta. ¿Es más fácil dejar volar la imaginación cuando se toma como punto de referencia la figura de un niño?

F.G: Supongo que sí. Me gustan las películas en las que los niños son protagonistas en un mundo de adultos: Amarcord, Léolo, Berlín Año Cero, Cinema Paradiso... Me permite tratar temas como el concepto de familia, el paso del tiempo o la ingenuidad. En este sentido, Hans me ha servido para verlo todo desde una mirada más pura.

Fotografía de Amaya Granell para "La vida imaginada"

Para Balthus el objetivo del arte es conseguir vencer al tiempo. A partir de esta reflexión leída en sus Memorias observé que la sensación de tiempo suspendido que presentas en tus obras encaja a la perfección con la teoría de este gran pintor. En tus trabajos no hay pasado y no hay futuro, sólo momentos detenidos. Ello lo consigues a través de una atmósfera condensada, limpia y simplificada que parece beber de Puvis de Chavannes, así como de una estética de tintes oníricos con raíces en Henri Rousseau. También se rastrean ciertos ecos de un pintor como Peter Doig. Está claro que tu cultura visual es muy amplia. ¿Cuáles han sido tus principales influencias artísticas para La vida imaginada?

F.G: Han sido muchos aparte de los que tú comentas: Edgar Degas, Claude Monet, J.F. Millet, Peter Blake, Tim Eitel, David Hockney y, por supuesto, Hopper. Además, en lo que se refiere a la escultura, he de mencionar a Juan Muñoz y Bernardí Roig.




Entrevista realizada a Federico Granell en el verano de 2016 para incluir en el catálogo de la exposición "La vida imaginada" de la Galería Gema Llamazares (Gijón).