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lunes, 18 de mayo de 2015

CRISTINA FERRÁNDEZ: ALEGORÍA Y ZEITGEIST


“Quiero decir unas palabras a favor de la Naturaleza, de la libertad total y el estado salvaje, en contraposición a una libertad y una cultura simplemente civiles; considerar al hombre como habitante o parte constitutiva de la Naturaleza, más que como miembro de la sociedad.”

            Caminar, Henry Thoreau

Concesión al territorio
      
      Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha, Cristina Ferrández (Alicante, 1974 - Reside en Asturias) es una artista multidisciplinar de amplio itinerario profesional cuyo trabajo abarca escultura, fotografía, videoarte e instalación. En su haber cuenta con un extenso número de exposiciones, tanto individuales como colectivas, así como becas y premios que reconocen la valía de su creación. Ha sido becada por instituciones como Cajastur, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, la Fundación Bilbao Arte Fundazioa,  las Becas Al  Norte  para  proyectos expositivos  de  El Comercio de Gijón (Asturias) y el Blacklock Nature Sanctuary de Minnesota (USA), entre otros. Ha recibido también ayudas a la promoción artística por la Consejería de Cultura y Turismo de Gobierno del Principado de Asturias y, en el último año, ha desarrollado el proyecto Paso de Gigantes en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, el proyecto Crónica para Photoalicante 2014 y la exposición Pangea/Panthalassa en la galería ATM de Gijón.

Queriendo navegar

        A través del estudio del territorio Cristina Ferrández explora cuestiones de género, ecología, antropología, sociología y geografía humana, por medio de las cuales muestra su personal zeitgeist (espíritu de época), su compromiso con el tiempo que le ha tocado vivir. 
El análisis que realiza sobre el acontecer histórico coetáneo pone el foco de atención en temas vinculados a la pérdida de las estructuras estables del individuo, el carácter normativo y reglar de las instituciones, la antropización del territorio y la alienante sociedad de la llamada “sobremodernidad” por el antropólogo Marc Augé.
Sumidos en una contemporaneidad abrumada por un modelo económico ultraliberal, un continuo desarrollo tecnológico y una delirante sociedad mass media, la obra de Ferrández busca un retorno a la naturaleza y reacciona ante la situación del sujeto preso de los “tiempos hipermodernos” de Gilles Lipovestky, proponiendo una vuelta a la libertad que supone la inmersión en los elementos naturales. Así, el paisaje y la relación del individuo con el entorno se convierten en leitmotiv de su trabajo. 

La presa

       La relación con el medio que propone Cristina Ferrández es concebida en ocasiones de una manera muy ritual situándose los antecedentes de algunos de sus trabajos en acciones cercanas al Body Art desarrollado desde finales de los años sesenta por nombres como Dennis Oppenheim, Michael McCafferty, Graham Metson, Charles Simonds o Ana Mendieta. Así, la figura humana, que en gran parte de las ocasiones es la propia artista, busca una fusión con el medio natural a modo de catarsis y de renovatio, en aras de una disolución en los elementos naturales como paralelismo metafórico de una regeneración del alma humana.

Nido

        En algunos de sus trabajos es frecuente que la figura humana aparezca subsumida en un ambiente sobrecogedor vinculado a la sublimidad teorizada por Edmund Burke quien, en Investigación filosófica sobre el origen de nuestras ideas de lo sublime y de lo bello (1757), afirmó: “La infinitud tiene una tendencia a llenar la mente con esa especie de horror deleitable que es el efecto más genuino y la prueba más verdadera de lo sublime.” Partiendo de estas reflexiones estéticas, en proyectos como Territorios desheredados, la figura se diluye en la inmensidad e infinitud de un medio que desborda la mente del sujeto y que supone el empequeñecimiento del individuo ante una naturaleza inabarcable. Esta indagación de Cristina Ferrández en el paisaje es abordada con una especial sensibilidad estética y  cierta dosis de componente onírico e irreal. 

Corrientes evasivas, del proyecto Territorios desheredados

Siguiendo esta línea burkiana, en la pieza de vídeo de contenido alegórico del proyecto Moradas esenciales, una figura alada dialoga con un paisaje marítimo ambientado en la abrupta costa del Cantábrico. Articulado mediante tres secuencias principales, el vídeo responde al ideal de la  Gesamtkunstwerk u obra de arte total fusionando arte visual, música y coreografía. Ésta última es interpretada por la bailarina Laura Cueto quien, metamorfoseada con unas alas negras, se mueve en la ambigüedad existencial de "victoria" a "ángel caído", aludiendo de forma metafórica a la desmembración de las estructuras y las moradas. 

Frame del vídeo del proyecto "Moradas esenciales"

        El influjo del Land Art en su obra genera que el paisaje no sólo sea fuente de inspiración temática, sino que su materia y esencia intrínsecas se convierten en componentes artísticos también. Por ello, es habitual que los elementos a partir de los que crea sus instalaciones escultóricas procedan de la naturaleza a modo de site specific o indoor earthworks. Sus “Nidos”, que pueden ponerse en relación con los realizados por Andy Goldsworthy, descontextualizan materiales extraídos de enclaves naturales pero concebidos para un espacio cerrado a la manera de los specific objets Richard Long.
Ferrández realiza expediciones en las que recolecta materiales, especialmente ramas y varas, que más adelante pasarán a disponerse en los espacios interiores de galerías y muesos. En este sentido recurre a la habitual práctica en Richard Long de caminar y recolectar como manera de aproximación al paisaje.

Germinal

          El mito del eterno retorno y la concepción cíclica del tiempo constituyen  la base teórica sobre la que se asienta una parte importante del trabajo de Cristina Ferrández. Es el caso del proyecto titulado La pérdida de Perséfone, cuyo objetivo radica en analizar el posicionamiento de la mujer hacia la realidad contemporánea.

Siguiendo al historiador de las religiones Mircea Eliade, en la voluntad de repetición más que “una resistencia a la historia y una rebelión contra el tiempo histórico”, parece observarse “una tentativa para reintegrar ese tiempo histórico, cargado de experiencia humana, en el tiempo cósmico, cíclico e infinito.” Para los pueblos primitivos la historia es un ciclo que se repite hasta lo infinito: nacimiento, crecimiento, decrepitud y desaparición.  El hombre arcaico soportaba el empuje de la historia porque ésta podía ser renovada, podía ser abolida por medio de la repetición de la cosmogonía y de la regeneración periódica del tiempo.

La pérdida de Perséfone

La pérdida de Perséfone está basada en el mito del rapto de la hija de Zeus y de Deméter. La mitología cuenta que el origen de la Primavera parte de este rapto pues, cuando Perséfone es llevada a los Infiernos las flores se entristecieron y murieron pero, a su regreso, las flores renacieron por la alegría que les causa el retorno de la joven. El descenso y el regreso de Perséfone del Inframundo provocarían el cambio de estación y el carácter cíclico de la tierra.

Para Ferrández el sujeto soporta la presión de la historia contemporánea mediante un una renovatio vital que le fusione con el entorno. El objetivo es eliminar el miedo del sujeto contemporáneo ante el devenir anulando la irreversibilidad de una historia lineal que conlleve un progreso extremo y transformaciones definitivas. Por ello, el retorno a la naturaleza supone la válvula de escape necesaria para no caer en el pesimismo y el nihilismo históricos. La naturaleza, en su movimiento de eterno retorno, sería refugio de restablecimiento continuo.

La pérdida de Perséfone




martes, 28 de abril de 2015

LA ESTÉTICA DE LO PINTORESCO: ORIGEN, DESARROLLO Y REPERCUSIÓN CONTEMPORÁNEA

“El hombre que se enfrenta a la naturaleza en forma de paisaje ya no vive en la naturaleza sin reflexión. Se ha alienado de ella y ya solo puede formar una unidad con ella en la mediación estética”

NORBERT WOLF

Lo pintoresco agrada y la variedad es una de sus características fundamentales. ¿A qué nos referimos exactamente cuando empleamos este término para designar algo? Pintoresco puede tener dos acepciones. Por un lado, remite a una cualidad formal de lo pictórico, aludiendo al color, la luz o la sombra. Por otro, se asocia a aquello (sea un objeto o un paisaje) que presenta una determinada cualidad que atrae y seduce a los sentidos y que por ello merece ser pintado.

El concepto de lo pintoresco como categoría de la experiencia estética se desarrolló a comienzos del siglo XVIII, empleándose para designar especialmente a la pintura de paisaje. Su origen remoto se sitúa en el Manierismo, en la figura de Jerónimo Cardano (1501 – 1576) quien teorizó sobre el arte a partir de la subtilitas, una noción que haría referencia a todo aquello complejo e intrincado, difícil de percibir por los sentidos o por la razón. Dicha dificultad de conocimiento no constituye un obstáculo para experimentar placer sino que el hombre alcanza una mayor satisfacción estética cuando logra captar algo que es difícil de percibir, derivando el placer del reto que supone superar la adversidad. Además de la sutilidad o subtilitas, como anticipo de la estética prerromantiscista que vira hacia el subjetivismo, en el Alto Renacimiento aparece también el concepto de lo grotesco, que alude a lo extraño, lo extravagante, lo novedoso y lo original, aquello que se aparta de la norma estética convencional.

Los cimientos de la estética contemporánea descansan en la Gran Bretaña del siglo XVIII al amparo del Empirismo, una corriente filosófica surgida en el siglo anterior que aunó a pensadores de distintas orientaciones cuyo nexo común fue la importancia que otorgaron al conocimiento y a la experiencia sensible frente a lo racional. El gusto como facultad estética y el análisis de la belleza, lo sublime y lo pintoresco como fuentes del placer sensitivo, se convirtieron en materia clave de reflexión. A partir de ese momento, el centro de interés de los temas estéticos se desplazó del objeto al sujeto y a los sentimientos que en él se despiertan tras la contemplación del objeto en cuestión. Este aspecto es fundamental en el arte actual y su interacción con el público contemporáneo, del que cada vez se requiere una mayor participación tanto física como intelectual para aproximarse a las obras de arte.
                                                                                                                 
Joseph Addison (1672-1719) fundó la estética prerromántica a través de ensayos para el periódico The Spectator (1711-1712). En su obra The Pleasures of the Imagination reflexionó sobre la imaginación entendida como facultad estética y sobre las fuentes del placer estético: la belleza, la grandeza y la singularidad. Con ello sentó las bases de las tres poéticas que el Romanticismo desarrolló más adelante: lo bello, lo sublime y lo pintoresco. Ésta última noción excluye al espectador de la monotonía, el tedio y la rutina mediante la sorpresa, la curiosidad y la novedad.
El concepto de lo singular de Addison fue retomado por el pintor y grabador inglés William Hogarth, quien en su obra The Analysis of Beauty (1753) consideró que la variedad y la complejidad proporcionan placer estimulando la mente del sujeto observador. Tales fines se conseguirían a través de las líneas ondulada y serpentina.
Siguiendo esta estela, William Gilpin (1724-1804) en sus Three Essays on Picturesque Beauty, on Picturesque Travel and on Sketching Landscape (1792), caracterizó lo pintoresco como aquello que tiene la capacidad de complacer sensorialmente y la cualidad de poder ser representado pictóricamente. Sus principales atributos serían, de nuevo, la variedad y la irregularidad como base para crear diferentes formas, contrastes de luz y sombra y gradaciones de color. Para Gilpin la interpretación pictórica del paisaje está estrechamente ligada a la idea de ruina considerando que, si fuera necesario, el artista debería arruinar todo edificio representado para que éste ganase en pintoresquismo.



Apuntes de William Gilpin

           Las teorizaciones sobre lo pintoresco se prolongaron vía ensayos como An Analytical Enquiry into the Principles of Taste (1805) de Richard Payne Knight, y An Essay on the Picturesque as Compared with the Sublime and the Beautiful (1794), de Uvedale Price. Las ideas de Price sobre este concepto fueron punto de referencia para artistas del siglo XX como Robert Smithson, uno de los principales representantes del Land Art.
El Land Art es una manifestación artística de carácter procesual que surge en Estados Unidos a finales de la década de los sesenta del siglo XX y luego se extiende internacionalmente. Consiste en realizar acciones sobre un territorio o espacio natural que tendrán un carácter efímero ya que el resultado es modificado continuamente por los agentes atmosféricos. La capacidad destructora de la naturaleza, símbolo de la fugacidad, ya había sido máxima del pensamiento de Gilpin y de su idea de lo pintoresco vinculado a la ruina.



Monumentos de Passaic

Smithson publicó en 1967 en la revista Artforum un artículo titulado “Los Monumentos de Passaic. ¿Ha sustituido Passaic a Roma como Ciudad Eterna?”. Este texto surgió como consecuencia de un viaje a Paissac, su pueblo natal localizado al noroeste de Nueva York y durante el cual realizó fotografías. En él se aprecia una sensibilidad próxima a la de Price o Gilpin, presentando de manera descriptiva un paseo pintoresco por este paraje periférico afectado por la industrialización.
Smithson se interesó por los paisajes antropizados, degradados por la mano del hombre, materializándose sus ideas en obras como Spiral Jetty, construida en un mar desecado, o Broken Circle y Spiral Hill, ambas en una cantera de arena.  La estética de estas intervenciones tiene su precedente en textos como Essay on the Picturesque de Price: 

“El aspecto de una lisa colina verde, desgarrada por torrentes, puede en principio considerarse  con mucha propiedad como deformada, y por el mismo principio, aunque no con la misma impresión, como una cuchillada en un animal vivo. Cuando la crudeza de una cuchillada así en la tierra se suaviza, y en parte se oculta y adorna por los efectos del tiempo y del aumento de la vegetación, la deformidad, por este proceso natural, se convierte en pintoresco; y esto es lo que sucede con las canteras, con las minas etc., que al principio son deformidades y que, en su estado más pintoresco, son consideradas como tales por un aprendiz de topografía”.


Spiral Jetty (1970, Robert Smithson)

La estética de lo pintoresco repercute en otros artistas del Land Art. Richard Long extrae materiales de la naturaleza y los ordena en espacios interiores de galerías y museos. Así, el aspecto fundamental de estas obras se centra en las expediciones en las que recolecta ramas y piedras que va encontrando. Caminar y recolectar para Long son dos maneras de acercarse al paisaje y en su trabajo esta parte procesual previa, que podría calificarse de paseo pintoresco, es el aspecto clave.

Cotopaxi cicle (Along a twelve day walk in Ecuador, 1998, Richard Long)

Rafael Argullol señaló que “el paisajismo romántico lejos de ser una genérica pintura de paisaje, es primordialmente la representación artística de una determinada comprensión y aprehensión de la naturaleza. Es un  marco que trasciende lo puramente físico”. Lo pintoresco supone una nueva relación del individuo con el espacio, un cara a cara del hombre con la naturaleza del cual surge una conexión emocional que tiene como base una estética subjetivista. 
En el Land Art el concepto de lo pintoresco y su relación con la naturaleza avanzan un paso más. El paisaje, además de motivo artístico, pasa a convertirse en material plástico pues, como afirmó Andy Goldsworthy, “la obra es el lugar”.



Artículo publicado para la revista Arte Sie7e
http://www.revistaartesie7e.com/


jueves, 15 de mayo de 2014

LO ESPIRITUAL EN LA OBRA DE TÀPIES

“Antes de ejecutar una pintura es preciso estudiar millares de libros”
TONG K´I - TCH´ANG

Tàpies en su estudio

       Antoni Tàpies (1923-2012) fue un artista profundamente intelectual y de inquietudes filosóficas. Abordó la pintura, la escultura y la cerámica, el dibujo y el grabado. Escribió también ensayos sobre estética. En su libro Valor del Arte comenzó un capítulo con la cita que encabeza este artículo y que resume a la perfección la actitud del artista frente a sus obras.
Hombre de amplia formación cultural y valedor de una mística desacralizada, tuvo muchas pasiones e intereses: El romanticismo alemán, la música de Bach, Brahms, Beethoven, Mozart, también la de Wagner, Richard Strauss y Stravinsky.
En sus inicios creativos centró su atención en el surrealismo y, en especial, en la obra de Joan Miró y la pintura metafísica de Giorgio de Chirico. Admiraba al dadaísta Marcel Duchamp y la descontextualización de los objetos que planteaba en sus ready mades. También le influyó hondamente el psicoanálisis de Sigmund Freud, así como la teoría de los arquetipos y el inconsciente colectivo de Carl Gustav Jung, interesándose además por la ciencia moderna.
Pero si hay que destacar un influjo, tanto en su personalidad como en su obra, fue el del mundo oriental, la filosofía china y conceptos como los de vacío y calma de la cultura japonesa. 

      En 1948 fundó el grupo Dau al Set junto a Joan Ponç, Joan Josep Tharrats, Arnau Puig, Modest Cuixart y Joan Brossa. Contaron con una revista del mismo nombre con artículos sobre arte de vanguardia. Más tarde se unió el poeta y crítico de arte Juan Eduardo Cirlot, quien señaló que las primeras obras destacadas de Tàpies surgieron hacia 1945 bajo la influencia de los collages que Paul Klee realizaba con materiales heterogéneos (pigmentos, cuerdas, alquitrán…).
Desde entonces el artista catalán ha desarrollado su obra experimentando con múltiples soportes (lienzo, papel, madera, cartón), técnicas (grattage, collage, decollage, goteo) y materiales, tanto pictóricos como extrapictóricos  (polvo de mármol, arcilla, arena, yeso, cemento, tierra, cuerdas, paja). El resultado son obras en las que la abstracción gestual y la materia son los protagonistas, una versión europea del Expresionismo Abstracto Norteamericano bautizado como Art informel por el crítico de arte Michel Tapié. Un trabajo de gama cromática reducida y austera a base de blancos sucios, rojos, ocres, tierras, beiges, grises y negros. El historiador del arte Valeriano Bozal destacó como característica esencial en la obra tapiana que la materia adquiere el aspecto de una pared o un muro, distinguiéndose incisiones, huellas, degradaciones y perforaciones.


Materia y bastidor (2009)

        Antoni Tàpies concedió una importancia primordial a la sensibilidad mística y al estado contemplativo, estableciendo nexos de unión entre la experiencia estética y el sentimiento religioso. El arte como vivencia personal, íntima e intransferible, tendría para el artista la capacidad de acceder a lo más profundo del ser humano. Al respecto dejó escrito: “Hoy se sabe como nunca que la obra de arte importante tiene unos efectos autónomos de sugestión metafísica y ontológica que, en algunos casos, pueden llevar a estados contemplativos de identificación con la realidad profunda, muy parecidos a los de determinadas experiencias religiosas. Al fin y al cabo, tanto los sentimientos religiosos como los artísticos provienen de esa facultad común a la naturaleza humana de enfrentarnos al misterio de la existencia por medio de formas analógicas, imaginativas, simbólicas, místicas…”.

En Oriente, la pintura del budismo zen de figuras como Hakuin Ekaku, Sengai y Torei Enji, refleja la conciencia profunda y puede conducir a estados iluminativos. Influido por esta tendencia asiática Tàpies afirmó sin dudarlo que “la materialidad del arte nos traslada a la inmaterialidad del estado contemplativo”.


Puerta metálica y violín (1956)

          En la iconografía de Tàpies la cruz es símbolo constante y fundamental. Su significado está vinculado a la dualidad, los opuestos y la lucha de contrarios: multiplicación-tachado cuando se presenta en aspa, como en Puerta metálica y violín (1956, pintura sobre objeto-assemblage) en la que recurre a materiales considerados por la tradición como antiestéticos (una puerta desvencijada y un violín viejo) con la pretensión de mostrar la espiritualidad existente en los objetos más pobres. Relacionada también con su interés en la cultura china representa el Yin-Yang, como en la obra El uno (1997, pintura y collage sobre madera) que muestra una cruz negra cuyos brazos laterales recogen este concepto (positivo y negativo, el principio activo o masculino y el principio pasivo o femenino, evolución e involución).
La cruz tapiana no está exclusivamente asociada a un contenido devoto, pero sí traduce un sentimiento de espiritualidad al margen de dogmas religiosos institucionalizados. En el artículo Cruces, equis y otras contradicciones, incluido en el libro El arte y sus lugares (1999) argumentó: “El interés por la cruz es una consecuencia de la gran variedad de significados, a menudo parciales y aparentemente diferentes, que se le han dado: cruces (y también equis), como coordenadas del espacio, como imagen de lo desconocido, como símbolo del misterio, como señal de un territorio, como marca para sacralizar diferentes lugares, objetos, personas o fragmentos del cuerpo, como estímulo para inspirar sentimientos místicos, para recordar la muerte y, concretamente, la muerte de Cristo, como expresión de un concepto, paradójico, como signo matemático, para borrar otra imagen, para manifestar un desacuerdo, para negar algo.”


El uno (1997)

      Cirlot resume a la perfección la doble tendencia que muestra el arte de Tàpies “hacia la extrema valoración de los efectos plásticos y hacia la profundización en los abismos del espíritu”. Su abstracción gestual combina la espiritualidad de oriente y occidente, buscando el equilibrio entre espíritu y materia. Al igual que Kandinsky recogió en su escrito De lo espiritual en el arte, el artista catalán concibió el arte como una auténtica necesidad interior y la contemplación artística como una terapia de efectos benéficos para la salud espiritual de artistas y espectadores. 


Artículo publicado para Crac! Magazine NOTAS