El
14 de abril de 1931, tras elecciones realizadas dos días antes, se proclamó la Segunda
República española. Las circunstancias eran complicadas pero el nuevo régimen
de vocación democrática ansiaba reformar las estructuras político-económicas y
sociales existentes. Después de la dictadura de Primo de Rivera la victoria republicana
supuso la apertura a Europa tras años de autarquía y aislamiento forzado.
A esta agitación en la España de la década de los
años 30 le corresponde un período de revolución también en el terreno cultural,
de experimentación formal y renovación estética influida por los movimientos de
vanguardia europeos. Luego, la Guerra Civil en 1936 trajo represión, regresión,
censura y exilio.
En los años de paréntesis
entre una dictadura y una guerra interna en el país, especialmente entre 1932 y
1936, se enmarcó la producción más fértil de Nicolás de Lekuona (1913-1937), artista
polifacético que murió prematuramente durante la Guerra Civil víctima de un
bombardeo cuando ejercía de camillero recogiendo a los heridos en combate. El
creador vasco tuvo que incorporarse al servicio del Ejército Nacional cuando
las fuerzas franquistas se impusieron a la resistencia republicana en el País
Vasco. A pesar de su breve vida dejó un legado artístico contundente y de gran calidad
que le convierte en uno de los máximos representantes de la vanguardia
española.
Sin título, 1934-1935 |
El arte realizado en la década de
los años 30 se caracterizó por la experimentación artística en relación a
materiales y procedimientos empleados en el proceso creativo, teniendo como presupuestos
fundamentales la innovación y la investigación formal. Las novedades llegaron de la mano de la publicidad y de la propaganda
bélica, recurriendo ambas a técnicas creativas como el collage y el
fotomontaje. El primero, tuvo sus inicios en manos de los pintores cubistas; el
segundo, apareció unos años más tarde y fue desarrollado especialmente durante
el periodo de entreguerras por los grupos de vanguardia más beligerantemente
críticos con la situación europea. Además de contenido político o de crítica
social, tanto el collage como el fotomontaje, así como la fusión de ambos en el
fotocollage, fueron prácticas que se emplearon en el sector publicitario para
marcas de productos comerciales y también con fines pura y exclusivamente
estéticos.
La cercanía del
país galo propició la llegada de las
innovaciones artísticas de la vanguardia cubista, dadaísta y surrealista que
tenían en París su capitalidad. Nombres como Man Ray, Moholy-Nagy, John
Heartfield, Karl Steiner, Paul Joostens, Raoul Hausmann, George Grosz, Kurt
Schwitters y Max Ernst se convirtieron en referencias habituales para los
artistas locales.
Sin título, 1934 |
En España, cobró importancia el
desarrollo del cartelismo publicitario para productos industriales, destacando
en ello el nombre de Pere Catalá Pic. Pero fue especialmente significativo que numerosos
artistas se manifestaran ideológicamente por medio de su arte durante el
conflicto bélico interno. En este sentido, los fotomontajes y sobreimpresiones
fueron los medios creativos habitualmente empleados. Detrás del auge del
cartelismo republicano se encuentran figuras como Carles Fontseré, Vicente
Ballester y Josep Renau, con obras de marcado impacto visual en las que la
tipografía suele ocupar también un aspecto importante pues a través de ella se
transmite el contenido político e ideológico.
Durante estos
años de la Segunda República en España, la información sobre la Revolución Soviética
se hizo accesible, lo que vinculó a los cartelistas y a Lekuona con el Constructivismo
Ruso y con el trabajo de artistas como Rodchenko o El Lissitzky, cuyas obras
destacaron por la fusión de fotografía, collage, diseño y tipografía. Sus
creaciones se caracterizaron por un lenguaje sencillo, directo y fácilmente
comprensible para la población a la que pretendía hacer llegar el mensaje.
Nicolás de Lekuona desarrolló
sus estudios en Madrid entre los años 1932 y 1935. En la capital se vinculó con
la vanguardia artístico-literaria del momento, asistiendo a conferencias,
exposiciones, proyecciones de películas y a tertulias en estudios y cafés, siendo
la más famosa la tertulia del Pombo liderada por el escritor Ramón Gómez de la
Serna.
En 1935 regresó
a San Sebastián. La ciudad vasca se localiza en un punto estratégicamente situado,
a pocos kilómetros de la frontera con Francia. De allí llegaba información
acerca de las nuevas corrientes artísticas convirtiéndose éstas en modelo de
referencia, y en Nicolás de Lekuona es posible rastrear clarividentes
influencias del Dadá, el Surrealismo y la Nueva Objetividad.
Niños, 1933 |
El artista se desenvolvió con
soltura en
múltiples técnicas: dibujo, pintura, collage, fotografía, fotomontaje y “fotocalquídea”. También realizó libros
de artista y escribió poesía.
Realizó sus fotografías con una modesta Kodak Rainbow. Sólo para los últimos
carretes de 1935 y 1936, empleó una Leica
prestada. Moholy-Nagy, Kertész o Cartier-Bresson fueron referentes en su
trabajo. Son fotografías con una estética en la que abundan picados y
contrapicados, tomas a vista de pájaro o primeros planos, encuadres diagonales,
efectos de distorsión, juegos de luces y sombras. Es una obra muy influida por
el cine y la vanguardia rusa. En este aspecto destacan sus retratos familiares que
recuerdan a la fotografía de personajes de Rodchenko o el cine de Eisenstein.
A partir de su experiencia
con la fotografía desarrolló una nueva técnica en las llamadas fotocalquídeas.
Un procedimiento a medio camino entre el grabado y la fotografía que recuerda
en cierta manera a los cliché-verre de
Corot en el siglo XIX. En este caso, el artista aplica tinta sobre la película
fotográfica de forma directa y combina la imagen negativa captada por la cámara
con dibujos y poesía escrita.
La exploración en el terreno
fotográfico le llevó fundamentalmente al fotomontaje
de estética surrealista y de marcado contenido poético-onírico, con
ambientaciones en espacios irreales. Sólo algunos presentan contenido político.
Están poblados por figuras masculinas (atletas, prisioneros, trabajadores, figuras
militares, hombres de negocios, deportistas) y desnudos de mujer, además de fragmentos
de arquitectura racionalista. La muerte
aparece también en muchos de ellos personificada en la calavera. Lekuona
los realizó con reproducciones
fotográficas de revista, prensa y en algunos casos con fotografías sacadas por
él mismo.
Sin título, 1935 |
La mayor parte de la producción de Nicolás de Lekuona fue desarrollada
por el artista en la década de los años 30, coincidiendo con un ambiente
político-social inestable y convulso, pero con una atmósfera cultural en plena
efervescencia creativa vanguardista. El artista vasco falleció muy joven, en un
momento de búsqueda de su identidad y personalidad como creador. A
pesar de su prematura muerte dejó un prolífico legado ejemplo de todo un artista
renovador y con vocación experimentadora. Polifacético técnicamente y poseedor
de una creatividad
en constante evolución, su espíritu inquieto fomentó la rápida maduración de su producción. Pionero del
fotomontaje en España fue un auténtico renovador de las artes plásticas.
Artículo publicado para Crac! Magazine Notas
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