lunes, 18 de agosto de 2014

LA PSEUDOCULTURA DEL ARTE CONSUMIBLE

"El arte de los negocios. El negocio del arte. Los negocios del negocio del arte"
 Andy Warhol, Mi filosofía de A a B y de B a A

Andy Warhol

¿Cultura o negocio? O el negocio de la cultura. ¿Centros de arte o centros de ocio? ¿Obras de arte o productos artísticos consumibles? Cuando el capitalismo agresivo entra en la escena cultural todo se enturbia.

Hace unos años, el artista Antoni Tàpies aportó en sus escritos lúcidas palabras refiriéndose a las “poderosas promociones de ofertas denominadas culturales bulliciosas, de bajo nivel y fácil consumo, que, simulando querer educar y entretener a grandes masas de población, lo que verdaderamente buscan es el aborregamiento de los ciudadanos, en especial de los jóvenes, a fin de obtener una rápida rentabilidad económica o, a veces, política.” Se puede decir más alto pero no más claro.

En la actualidad proliferan los llamados negocios culturales para los cuales el público de arte es considerado como una masa potencial de consumidores. Lo importante es la rentabilidad que aporta el individuo: la entrada que adquiere y el souvenir que compra en la tienda. El mercantilismo se impone en una sociedad en la que, como señaló el crítico de la posmodernidad Achille Bonito Oliva, “el sistema industrial gobierna el acceso cultural.”

Achile Bonito Oliva (1998, por Luciano Bonuccelli)

¿El arte se consume o se disfruta? ¿El placer estético intelectualizado está en crisis a causa de la poderosa pseudocultura del negocio?
Los medios de comunicación nos bombardean de forma continua con noticias llamativas sobre el mercado del arte, los precios récord alcanzados en subastas, el espectáculo o el escándalo de algunas propuestas artísticas. Este hecho no es nuevo, el Pop Art y su aparente banalidad nos lo advirtió. Los cuadros de Warhol parecían simples productos industriales fabricados en cadena. Con ironía creó las Brillo Boxes (1964) y convirtió en arte lo que parecía el más trivial de los objetos cotidianos de la cultura consumista. La reflexión: el arte pasa a ser un producto más asemejado a cualquiera de los presentes en un supermercado. La mercantilización del arte es un hecho.

Brillo Box (1964, Andy Warhol)

Si después del arte viene, inevitablemente para el contexto capitalista actual, la pseudocultura del lucro, conviene no dejarse cegar y ser conscientes de que la obra de arte precisa un respeto cultural que es incompatible con una relación de puro consumo. 

Artículo publicado en 21 Le mag, revista de arte y cultura alternativa
http://issuu.com/revista21lemag/docs/21_le_mag_pdf_677484dd170ffb

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