El carácter beligerante, revolucionario
y altamente polémico de la vanguardia futurista se dejó sentir en un amplio
abanico de manifestaciones culturales: literatura, artes plásticas, teatro,
música… y también, aunque en menor medida, en la fotografía.
El
Futurismo desarrolló una ingente labor propagandística a través de innumerables
manifiestos. En ellos abogaron por un cambio en la estética y por un nuevo
ideal de belleza acorde a una sociedad moderna profundamente modificada por la
industrialización.
En el Manifiesto de
los Pintores Futuristas firmado por Boccioni, Carrá, Russolo, Balla y
Severini, los artistas proclamaron “representar
y magnificar la vida actual, incesante y tumultuosamente transformada por la
ciencia victoriosa”.
Su fe en el progreso y
en la técnica se tradujo en el elogio de la urbe, de la industria, de la
máquina y, en definitiva, de la exaltación de la velocidad y el dinamismo. Por
ello, Marinetti afirmó en el Manifiesto
futurista publicado en Le Figaro
en 1909, que “un automóvil de carreras es
más bello que la Victoria de Samotracia”. Por medio de este axioma quedó
clara también la insatisfacción que a esta vanguardia le provocaba la cultura
oficial y su defensa a ultranza de la modernidad.
Dinamismo de un automóvil (1912-1913, Luigi Russolo) |
Las
manifestaciones artísticas del Futurismo tuvieron como objetivo primordial el
estudio y la traducción de la descomposición del movimiento recogiéndolo en sus
fases consecutivas. Para ello recurrieron a un eclecticismo formal que aglutinó
elementos de diversas tendencias artísticas: impresionismo, divisionismo, cubismo,
orfismo y expresionismo. Así, por ejemplo, tomaron la disociación del color de
los puntillistas y la disgregación y articulación de planos del cubismo para
proporcionar una determinada sensación dinámica. A estas influencias, hay que
sumar la contribución fundamental que realizaron a dicha vanguardia y,
especialmente al Fotodinamismo Futurista,
los estudios fotográficos sobre el movimiento que a finales del siglo anterior
habían llevado a cabo Muybridge y Marey.
Las
secuencias de fotografías temporalmente inmediatas que estudiaban el movimiento
de animales y personas, prefiguraron el cinematógrafo presentado por los
hermanos Lumière en 1895. Muybridge y Marey fueron los primeros en preocuparse
por la descomposición de un movimiento en sus diversas fases. Muybridge lo
registró mediante varias cámaras, mientras que Marey utilizó un solo aparato
fotográfico.
Caballo al galope (1878, Muybridge) |
Eadweard Muybridge fue
el pionero de estos estudios colocando una serie de veinticuatro cámaras, cada
una dotada de un obturador, para captar el galope de un caballo que, al pasar,
rompía los cables que disparaban las máquinas. El resultado descartó la idea
que se tenía sobre el movimiento del caballo, pues demostró que las patas del
animal al galope despegan del suelo a la vez y se aproximaban bajo el vientre
del equino, suplantando la teoría de la llamada “posición del caballito de
madera”, es decir, las patas delanteras estiradas hacia adelante y las traseras
hacia atrás, que había sido habitual en la pintura, sólo basta recordar la obra
Derby en Epson (1821) de Géricault.
Derby en Epson (1821, Gèricault) |
Estimulado por estos
experimentos, Étienne-Jules Marey continuó con la investigación, pero en lugar
de trabajar con fotogramas consecutivos como hizo Muybridge, estudió el
movimiento a través de un solo cliché. Para ello, en 1882, inventó el fusil
fotográfico con cliché circular. Marey disparaba esta máquina a intervalos
regulares (doce instantáneas por segundo) de forma que el desarrollo del
movimiento de la figura se grababa en una sola placa.
Fotocronografía (1890, Marey) |
Los descubrimientos de Muybridge
y la cronofotografía de Marey tuvieron una marcada repercusión en el mundo del
arte. Algunas de las escenas hípicas del impresionista Edgar Degas se basaron
en los estudios sobre el movimiento equino que realizó Muybridge y que fueron
publicados en 1878.
Pero fue la vanguardia
del siglo XX la que, partiendo de esas lecciones, aportó obras trascendentales
al arte contemporáneo. Un ejemplo imprescindible es Desnudo bajando una escalera (1912) de Marcel Duchamp, una
auténtica pintura cinética caracterizada por la representación simultánea de
los distintos movimientos de una mecanizada figura. Como homenaje a este artista
y a esta obra, en 1952, Eliot Elisofon retrató a Duchamp bajando por una
escalera empleando la técnica de la cronofotografía.
Cronofotografía de Duchamp bajando por una escalera (1952, Eliot Elisofon) |
El Futurismo y las obras de
sus artistas, tuvieron como eje central esta preocupación por el dinamismo, dejándolo
patente en el Manifiesto técnico de la
Pintura Futurista: “Todo se mueve,
todo corre, todo transcurre con rapidez. Una figura nunca es estable ante
nosotros, sino que aparece y desaparece incesantemente. Por la persistencia de
la imagen en la retina las cosas en movimiento se multiplican, se deforman,
sucediéndose como vibraciones en el espacio que recorren”.
Giacomo
Balla había visto en la Exposición Universal de París del año 1900, trabajos de
Muybridge y Marey. Este influjo es claramente localizable en conocidos lienzos
de Balla del año 1912, como Dinamismo de
un perro con correa, La mano del
violinista o Muchacha que corre en el
balcón.
Dinamismo de un perro con correa (1912, Balla) |
En
el terreno de la fotografía, en 1911, los hermanos Anton Giulio y Arturo
Bragaglia fusionaron la máxima futurista del movimiento en el arte con su conocimiento
de los estudios fisiológicos de múltiple exposición de Marey. El resultado fue una
fotografía dinámica que fijaba los ademanes corporales, registrando el
movimiento de los mismos durante su desplazamiento.
Anton
Giulio Bragaglia fue realizador cinematográfico además de fotógrafo. En este
último campo artístico, pese a partir de la influencia de las cronofotografías,
refutó los trabajos de Marey puesto que las exposiciones del francés eran
realizadas de forma intermitente, de manera que la continuación del movimiento
no era tal en sentido estricto. Por ello, Bragaglia experimentó con fotos en
las que prolongaba el tiempo de exposición de las personas en movimiento con el
fin de registrar la dinámica de la trayectoria de la acción. El resultado dio
lugar a gestos humanos que casi llegaban a la disolución evocando la energía de
la maniobra realizada.
Violonchelista (1913, Fotodinamismo de Bragaglia) |
El
fotógrafo llamó a este tipo de obras “fotodinamismos”, publicando sus teorías y
ejemplos de estos trabajos en el manifiesto Fotodinamismo
Futurista (1913).
Bragaglia
concibió y defendió la fotografía como medio artístico autónomo. Aunque sus
experimentos en este terreno contaron con la aprobación y el respaldo de
Marinetti, no ocurrió así con Boccioni, que no admitió la fotografía, ni el
cine tampoco, como formas de expresión artística y rechazó todo método técnico de
reproducción pues, al considerarlo un procedimiento puramente mecánico, no le
otorgaba valía artística. Así, podría decirse que la fotografía se mantuvo
bastante marginada, con respecto al resto de manifestaciones artísticas, dentro
del movimiento futurista.
El pintor Giacomo Balla (1912, Fotodinamismo de Bragaglia) |
Todas estas indagaciones sobre dinamismo
y fotografía siguieron dando sus frutos a lo largo del siglo XX. Después del
Futurismo, Harold Edgerton y Gjon Mili realizaron fotografías a partir de la
exposición múltiple de una figura empleando para ello el flash estroboscópico,
un tipo de flash electrónico caracterizado por despedir flujos intermitentes de
luz.
Mediante las
fotografías tomadas con iluminación estroboscópica fue posible examinar cada
fase del movimiento, visibilizar su trayectoria y así poder observar detalles
sometidos a una velocidad tan rápida que, de otra forma, se escaparían a la
mirada humana.
Bailarina (1936, Mili) |
Comba moviéndose (1952, Edgerton) |
Bibliografía:
MARTIN,
Silvia: Futurismo. Taschen, Köln,
2005.
MARTÍNEZ
MUÑOZ, Amalia: Arte y Arquitectura del
Siglo XX. Vanguardia y utopía social (Vol. I). Montesinos, 2001.
DE
MICHELI, Mario: Las vanguardias
artísticas del Siglo XX. Alianza Editorial, Madrid, 2000.
NEWHALL,
Beaumont: Historia de la Fotografía.
Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2002.
SCHNELLE-SCHENEYDER, Marlene: Étienne-Jules Marey. Elementos 37, 2000,
pp. 33-35.
SOUGEZ, Marie-Loup: Historia de la Fotografía. Madrid,
Ediciones Cátedra, 2004.
Artículo publicado para CRAC # 13 FUTURISMO
Excelente artículo.
ResponderEliminarImportantisimo que existan personas que escriban sobre un tema especifico, excelente articulo.
ResponderEliminarVengo buscando toda la semana la relación entre Marey y el arte contemporáneo, pero no me aparecía nada. Hasta que llegué acá. Muchas gracias y gran artículo informativo!
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